Todos los capítulos de Embazada por accidente- La fea bella: Capítulo 61 - Capítulo 66
66 chapters
Su marido...
Livy Clarke— Hay algo errado. Hay algo errado con el bebé —mi voz repetía todo el tiempo, mientras mis ojos se cerraban. Mi cabeza cayó hacia un lado, y yo podía ver la aflicción del señor Hardin. Él se siente culpable. Culpa... Y no quiere perder a la empleada de oro. Él es un monstruo, y yo lo odio... Si yo pierdo a mi bebé por todo lo que él hizo...— El coche se movía a alta velocidad, y yo apenas conseguía ver el paisaje de afuera. Cuando él finalmente paró frente al hospital, abrió la puerta y corrió hacia mí, pero yo ya me había levantado. Estaba con el cuerpo curvado, incapaz de andar recta nuevamente. Ese dolor en la columna se había extendido a todo lo demás, y yo me daba tantas palmadas en la espalda, intentando aliviar todo aquello. Pero la barriga también estaba doliendo, y en ella yo no podría golpear. Mis ojos estaban llenos de lágrimas y de desesperación cuando él intentó tomar mi mano.— ¡No! —Yo lo encaré—. No me toque.— Livy... Yo solo quiero ayudarla. Déjeme, por
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Hubo una complicación.
Hardin Holloway— Yo sentía cada pedazo de mi pecho desgarrándose. Yo estaba allí, del lado de afuera de aquel hospital. Yo soy un cobarde, y yo soy incapaz de entrar. ¡Qué mierda! ¿Qué estaba haciendo? ¿Qué le hice a ella? ¿Cómo conseguí lastimarla tanto a este punto?— Coloqué mis manos en mi cabeza y froté. Mi rostro estaba pálido, y dolorido al mismo tiempo. Mientras tanto, mis ojos se abrieron mucho para impedir que las lágrimas bajaran. Mi memoria solo volvía a aquella misma escena. Yo solo conseguía pensar en cómo ya había estado en aquel hospital antes.— Fueron tantas... Tantas pérdidas. Tres bebés. Tres abortos espontáneos antes de que el embarazo llegara al final. Pero aquello no parecía tan terrible cuando lo peor sucedió después. Que ella no consiguiera llegar hasta el final de una gestación no había sido sorpresa. Maila nunca fue una mujer celosa o cuidadosa con los seres dentro de su barriga. Pero el último... Ah, aquel último bebé me hizo casarme con ella. Ella parecía
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Quiero que vuelvas conmigo
Livy Clark Casi cuatro horas después, y yo estaba acostada en una cama, sintiendo tanta alegría que apenas podía controlarme. Miré al sillón de al lado, y Juan dormía, bien allí, sosteniendo su revista boca abajo. Era evidente que él estaba cansado, y ahora, probablemente sin empleo.– ¿Juan? – Pregunté. – Juan, por favor... – Mi voz era débil, y mi garganta ardía como llamas.Miré alrededor, hasta que él finalmente se despertó. Al estirarse, sus piernas se estiraron, así como la camisa, y allí estaba, aquel abdomen nada recto, y que me confortó tantas veces. – Creo que voy a buscar un café.– Mejor ve a casa.– ¿Y tú? No puedo dejarte sola.– ¡Yo no estoy más sola! ¡Nunca más voy a estar! – Miré hacia abajo. Misbrazos estaban agarrados a la figura minúscula.– ¡Eso es verdad! – Juan dijo, acercándose a mí. Sus manos fueron directas a la pequeña cabeza del bebé. – Ella es tan linda... ¿Ya tenemos un nombre?– Ella es muy perfecta, ¿no es así? Nuestra pequeña Maive.– Maive... – Juan
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Sé que puede resolverlo
Livy Clark Casi podía escuchar cada latido acelerado en mi pecho. – ¿Qué dijiste?– Hice todo aquello por celos. Casi enloquecí intentando convencerme de queno me gustabas como mujer, y que éramos solo amigos, pero me cansé. Te amo, y te quiero ahora. Quiero llevarte a casa tan pronto como salgas de aquí, y quiero nunca más equivocarme quedándome afuera cuando tengamos otro bebé.Mis ojos brillaban, pero yo estaba confusa... aquello era algo que había soñado por mucho tiempo. ¿Pero así?– Sabes que no será así. Apenas podías mirar mi vientre.Entonces, ¿cómo puedo saber que no la vas a rechazar?Hardin se arrodilló y aun así, seguía alto. Se detuvo con sus ojos tan cerca de ella, y la besó en la parte superior de su cabeza suave y con nada más que cinco hebras de cabello muy fino y oscuro.– No sé si alguien en este mundo conseguiría rechazar algo así... – Sus ojos parecían tan vidriosos. Era como la primera vez en que alguien veía el mar brillando con la luz del sol golpeando sus a
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Hardin acaba de salir
Livy ClarkYo estaba tan confusa que casi podía reír de toda aquella situación. Eliot no tenía que presentarse para mí, era claro cuánto lo conocía. El mejor amigo de Hardin, y también, el vicepresidente de RageTech. Tal vez él me creía una idiota por creer que no sabría quién era.– Hardin acaba de salir de aquí.Él estaba tan serio. Su rostro formaba una sombra oscura y perturbada en la esquina de la pared, y súbitamente, sentí el deseo de agarrar a mi niña en mis brazos. Tenía que protegerla del mundo.– Lo sé. Lo vi salir. De hecho. – Él sonrió, pero había algo extraño en sus dientes. La forma en que sus labios se contorsionaban, ah, odiaba aquello. Nunca me inspiró confianza, aunque siempre fue amable conmigo. – En realidad, solo estaba esperando que él la dejara en paz por un momento.– Entonces, ¿por qué...? – Yo estaba tan confundida. Intenté posicionarme mejor en aquella cama, pero aún sentía tanto dolor... – ¿Por qué vino aquí? No debería estar en el accidente de las fábrica
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¿Cómo lo descubriste?
Livy Clark Mi sonrisa aún estaba estampada en el rostro. Qué maldita broma de mal gusto. ¿Cómo podía hacerme eso a una mujer que casi muere hace tan poco tiempo? Mi sonrisa se desvanecía lentamente, pero su rostro permanecía impasible.—¿Cómo lo descubriste? ¿Cómo lo supiste?—¿Sobre qué? ¿Su marido Daren?—¡Sí! ¿Desde cuándo lo sabes?—Desde que puso un pie en la empresa. Señorita Clarke, yo estaba en aquel anuncio que hizo su exmarido. Y si me permite decirlo, nunca había visto tanta cobardía.Bajé la cabeza. Estaba demasiado avergonzada, solo por recordarlo. Puse la mano en la coronilla, pero prefería estar escondiendo mi rostro en un agujero bien profundo.—Gracias.—¿Por?—Por no habérselo contado a Hardin. Sé que él tiene una pésima opinión de mí. Al menos la tenía, ¿no es así? Necesito tiempo para contarle la verdad. Tal vez él conozca a Daren...—Señorita Clarke, creo que no me ha oído. O quizás simplemente no me he expresado bien. Es obvio que Daren y Hardin se conocen.—¡Di
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