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Todos los capítulos de UN HEREDERO PARA EL ALFA: Capítulo 41 - Capítulo 44
44 chapters
41. A menos que quieras quemarte…
Octavio sale al patio encendiendo un tabaco con manos temblorosas. El clic del encendedor rompe el silencio denso del lugar. Traga una bocanada de humo que arde en su garganta, tratando de sofocar el enojo que le quema la sangre como fuego líquido. Pero no lo logra. No cuando, desde la cocina, se cuela el sonido áspero de un gruñido que le eriza hasta la nuca. Su mandíbula se tensa hasta doler, los músculos crispados y la piel electrificada por una furia que apenas contiene. Una corriente de rabia le sube por la columna, y sin pensarlo, arranca el tabaco de sus labios y lo aplasta con violencia contra la tierra húmeda de una maceta cercana, extinguiendo su llama como si fuera el cuello de quien lo irrita. Gira sobre sus talones con un movimiento felino, los ojos encendidos, la respiración agitada. Entra a la casa como un vendaval, el eco de sus pisadas golpeando con dureza el reluciente mármol bajo sus pies, como un anuncio de tormenta inminente. Al llegar a la cocina, su mirada
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42. ¿Dónde quedó su justicia?
—¡Esa mujer… te está engañando! ¡No puede ser tu Luna, Arón! ¡Tú aceptaste unirte a Vanessa! —gruñe, fuera de sí, señalando a Annie con el dedo como si fuera una traidora, con los ojos destilando fuego y el cuerpo entero temblando de indignación.Arón examina a su madre… y no la reconoce. Esa no es la mujer que siempre lo enorgullecía. Su mandíbula está apretada con tanta fuerza que parece a punto de quebrarse, las venas del cuello laten con violencia, y sus ojos, encendidos de ira, no se apartan de ella.No puede reconocerla. Desde que tiene memoria, su madre ha sido fuerte, dominante, incluso intimidante, pero jamás había cruzado una línea tan sagrada. Ahora está dispuesta a destruir lo que para todo lobo es inviolable.Primero fue el embarazo de una Loba sin su autorización: una puñalada directa a su orgullo y a su autoridad como Alfa.Luego, la insistencia por obligarlo a unirse con una mujer que no conoce, que no desea a su lado. Pero esto… esto es lo peor: pretender que rompa el
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43. Romeo, por favor, ya deja a Julieta
—¡Ustedes han enloquecido! —Salvador se levanta de un salto, como si un resorte lo hubiera disparado. El rostro se le enciende de indignación, los ojos desorbitados—. ¡No voy a hacer eso! —da un paso al frente, luego se desplaza de un lado a otro por la habitación, agitado, con las manos temblorosas y los labios apretados, mientras lanza miradas a todos, buscando una explicación lógica, una rendija de cordura en medio de ese delirio colectivo.Su expresión lo dice todo: está confundido, asustado, preocupado. Se ve al borde del colapso ante la idea de fallar.—¿Por qué yo?—¿De verdad quieres que te lo digamos? —salta Júpiter con tono desafiante, levantándose del sillón como un felino a punto de lanzarse, cruzando los brazos con firmeza sobre la cintura.Annie le lanza una mirada rápida, filosa, como una orden silenciosa para que se detenga. Ella se adelanta, toma el control con esa calma suya que puede ser más efectiva que un grito.—Tíito —dice Annie, con voz suave, casi melosa, pero
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44. Si te dicen “salta”, saltas…
Mientras en otro lugar.—No has aprendido nada, estúpida. Aquí no están en juego pelar unas putas cebollas.La chica se estremece; sin darse cuenta, su cuerpo tiembla y suda ante el temor. Ese hombre que tiene frente a ella es uno de aquellos que la atormentan en sus sueños.Sus ojos rojos como los de una serpiente venenosa, su aura aterradora.Odia a su padre. ¿Por qué tenía que firmar un pacto de sangre? ¿Por qué ella tiene que hacer parte de ello?—Si te dicen “salta”, saltas… No agotes mi paciencia, no te comportes de manera tan impertinente con Virginia. Ella es importante para Arón, y así como te permitió ostentar el título de “futura Luna” —hace comillas con sus manos mientras le da una sonrisa burlona—, también puede hacer que lo pierdas —advierte Octavio con la voz cargada de reproche.Debe obtener el valor para hablar… no puede dejar sus planes al descubierto… Es mejor recibir una bofetada… unos cuantos azotes que continuar en lo mismo.—Yo tan solo estaba interpretando el p
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