Capítulo 13. ¡Me compraste!
El fulgor la abofeteó al descorrerse sus párpados, un bautismo de luz tras la prolongada noche de su encierro. Cada pestaña se sintió pesada, reacia a abandonar la familiar oscuridad, pero la insistente claridad, como un torrente dorado, las obligó a ceder.El mundo se presentó borroso al principio, un lienzo de manchas brillantes que poco a poco se definieron en contornos y formas.«¿Luz?», se preguntó, sintiendo aún en la piel la opresión sufrida.La memoria de aquel cubículo sin ventanas, donde la negrura era un manto constante, contrastaba brutalmente con esta invasión luminosa, sembrando una semilla de asombro y una pizca de esperanza en el yermo de su alma.La luz, antes un anhelo distante, ahora la envolvía, un abrazo cálido que comenzaba a derretir el frío entumecimiento de su cautiverio.El grito resonante del subastador, «¡Seis Millones! ¿¡Quién da más!?», irrumpió en su conciencia como un azote, un eco brutal de una pesadilla tangible.Un temblor incontrolable la sacudió, l
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