Todos los capítulos de Mi luna atrapada. Conquistaré tu corazón: Capítulo 61 - Capítulo 70
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60. EL PLAN DE LAILA
KAELA:No respondí a lo que dijo Kaesar; vi cómo se le cerraban los ojos, así que lo cubrí con una sábana. Sequé despacio mi largo cabello mientras lo observaba preocupada.—Debemos dormir con él para que sane más rápido —escuché a mi loba Laila—. Fue una suerte que trajeras todos esos antídotos humanos.—Sí, dijeron que últimamente habían escuchado que los licántropos los estaban usando. Morían muchos porque no los conocían; es algo sintético que inventaron los humanos —contesté suspirando, recordando cuánto extrañaba esta casa y la vida de lobos. Y en ese momento, deseaba estar en ese mundo donde mi única preocupación había sido estudiar.Mientras el crepitar del fuego iluminaba suavemente la habitación, los pensamientos se arremolinaban en mi mente como la
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61. PRIMEROS INDICIOS DE LA VERDAD
KAELA:Escuché a Laila con tranquilidad. A pesar de que su instinto loba la impulsaba a estar con su pareja sin importar las circunstancias, ella deseaba tanto como yo desentrañar el misterio de la muerte de nuestros padres. No solo por vengarnos de los culpables, sino porque necesitábamos redimir a Kaesar, si realmente era inocente, y amarlo con todas nuestras fuerzas.—Tienes razón, Laila —susurré en mi mente—. Si vamos a su manada, podremos observar mejor sus movimientos y descubrir si hay más secretos ocultos sobre la muerte de mi madre.Continué acariciando su cabello mientras mi mente trabajaba en el plan. El peso de Kaesar contra mi cuerpo me recordaba lo vulnerable que podía ser incluso el más fuerte de los alfas. Una sensación de protección se apoderó de mí, mezclándose con la desconfianza que crecía en mi interior.—Debemos
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62. ACEPTACIÓN A MEDIAS
KAESAR:Me quedé a la espera de la respuesta de Kaela, que seguía haciendo sus cosas en el baño sin inmutarse ante mí. Era realmente hermosa, mi Luna, y fue entonces cuando me di cuenta de que se nos había pasado el celo. Al verla desnuda, no corrí hacia ella desesperado; en medio de la batalla, ambos lo habíamos olvidado.—Mi Luna, ya se nos pasó el celo, pero eso no significa que no quiera saltarte encima al verte así —dije, acercándome lentamente y abrazándola por la cintura, pegándome a su espalda—. Eres realmente hermosa, Kaela. No me tortures.Por un momento, detuvo lo que hacía y me miró por el espejo. Pude ver con claridad que había tomado una decisión que me hizo estremecer. A pesar de que en lo profundo de su mirada había amor por mí, también podía ver que estaba decidida a todo, y eso me hizo temer.<
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63. BUSCANDO SOLUCIONES
 KAESAR:Me acerqué a ella con pasos deliberadamente lentos, controlando el temblor de rabia que amenazaba con desbordarse. Ella me observaba, alerta; pude ver cómo el dorado en sus ojos aparecía, anunciando que su loba estaba lista para enfrentarme. Pero no podía permitir que ella dominara; no, yo era un alfa dominante y, al menos, esperaba respeto de su parte, no sumisión.—Kaela, comprendo todo por lo que estás pasando, pero hay un límite para lo que puedes decirme —respondí, tratando de calmarme. Tenía que establecer una base mínima de confianza entre ambos—. No busco otra cosa que limpiar mi nombre y el de mi familia. Pero mientras trabajamos para descubrir la verdad, debemos asegurar la protección de nuestras manadas. ¡Somos alfas, Kaela! Nuestra prioridad debe ser ellos.Ella me sostuvo la mirada sin miedo durante unos segundos que me parecieron e
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64. DECISIONES IMPORTANTES
KAELA:Me quedé observando su mano tendida hacia mí mientras su pregunta rebotaba en mi mente. En mi deseo de salvar a mi manada, me había olvidado por completo de que sospechaba de él. ¿Le estaba entregando sin querer los secretos más valiosos que había guardado mi padre? Me levanté del sillón sin tomar su mano, notando cómo su rostro se ensombrecía ante mi rechazo.La incertidumbre se arremolinaba en mi interior como una tormenta sin tregua. ¿Estaba tomando la decisión correcta al mostrarle los secretos encerrados en la biblioteca? Mi padre había consagrado su vida a proteger nuestro linaje y las reliquias que resguardaban la magia de nuestros ancestros. Sin embargo, ante la mirada sincera de Kaesar, me sentí vacilar.—Kaela, no lo hagas —me advirtió mi loba Laila—. No le enseñes todos los secretos de nuestra manada, no todav&iac
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65. ENFRENTANDO AL CONSEJO
KAELA:No respondí de inmediato; me senté despacio en el sillón del alfa. Giré la cabeza y respiré aliviada al ver a mi Beta Rouf en una esquina, quien me dedicó una mirada de apoyo. Los cinco miembros del consejo me observaban con diferentes grados de preocupación y desaprobación en sus rostros.—La manada necesita estabilidad —reconoció el anciano Marcus, uno de los más conservadores.—Y la tendrá —declaré con firmeza—, pero no de la manera que ustedes esperan.—Alfa Kaela —comenzó Marcus de nuevo—, nos han informado que planea abandonar la manada para irse con los Guardianes Reales.—Es cierto —respondí con decisión, sintiendo a Laila brindándome apoyo, haciendo que mis ojos se tornaran dorados—. Es una misión de búsqueda de respuestas. Mi padre lo deseaba as&iacut
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66. ENCUENTRO CON EL BETA OTAR
KAESAR: Había salido de la habitación de Kaela para escapar del instinto de someterla allí mismo. ¡Era mi Luna, la pareja destinada a mí por la Diosa Luna! ¿Cómo se atrevía a amenazarme con rechazarme y estar con otro lobo? Eso era más de lo que podía soportar en calma. Me alejé por el pasillo hacia la habitación donde me había indicado que estaba mi Beta; necesitaba escuchar sus sabias palabras o me olvidaría de todo, le daría el control a Kian y me la llevaría a la fuerza.—No debemos dejar que nos rechace, Kaesar —escuchaba a Kian furioso en mi cabeza. No hay cosa peor para un lobo que sentirse rechazado—. Ella tiene que respetarnos, aunque sea una Alfa Real como nosotros. No toleraré más faltas de respeto de la humana de Laila.—Cálmate, solo está asustada y confundida; ya viste que estaba empeza
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67. MEMORIAS Y SECRETOS
 KAESAR:Otar negó con la cabeza. Había sido atacado con esa lanza cuando corría por el medio del bosque; alguien se la había lanzado y, como deseaba avisarme de lo que estaba sucediendo, logró escapar de sus perseguidores que, al ver que se aproximaba a mí, desistieron de seguirlo.—Pero sabes, creo que fue tu tío; me pareció ver a su lobo por unos instantes, pero, como te digo, quería llegar a ti antes de desmayarme —explicó nuevamente—. ¿Por qué lo preguntas?—Kaela recordó que su padre tiene un lugar protegido por magia donde se escondían, y yo también estuve recordando que papá me llevó allí de niño; era donde ellos dos se reunían para que nadie supiera que eran aliados —las memorias regresaban a mi mente con claridad sin que me lo hubiera propuesto—. Sabes que ellos eran mej
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68. LA MARCA REPENTINA
 KAELA:Estaba tan emocionada por mi descubrimiento que olvidé toda precaución que debía tener contra Kaesar; en ese instante, me sentía como los niños que éramos antes de que la tragedia nos separara. Confiábamos ciegamente el uno en el otro, por eso le señalé el acertijo que formaba el cabello de mamá. Había visto cómo se iluminó cuando me fijé en él y vi las palabras que conocía muy bien.—¿Lo ves, Ka? Es el acertijo. Lo encontré —dije, acariciando la pintura encima de donde estaba la mano de mi padre—. Ya podemos poner a salvo a nuestra gente.Giré hacia él al no sentir qué decía nada; estaba emocionado por mi explosión de alegría y porque lo había llamado como cuando éramos pequeños y nos llamábamos mutuamente "Ka". Pude percibir tambi&ea
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69. AL FIN UNIDOS PARA SIEMPRE
KAESAR:¿Arrepentirme de lo sucedido? No, no lo hacía. Ahora no había marcha atrás. El vínculo creado nos convertía en uno, en un mundo donde todo lo que nos rodeaba era una amenaza. La vi correr hacia el baño mientras me abrochaba el pantalón y trataba de esconder la marca en mi cuello. Aunque no estaba de acuerdo con la forma en que había sucedido, no estaba molesto.Ambos teníamos nuestras propias cicatrices y dudas, pero con la conexión sellada, estaba seguro de que ahora ella al fin vería que yo no había participado en nada y juntos podríamos enfrentar cualquier desafío que se interpusiera entre nosotros y el destino que nos aguardaba. Abrí la puerta justo antes de que mi Beta y el de ella la derribaran, pero no los dejé entrar.—¿Dónde está el mensajero? —pregunté a Otar, observando cómo Rouf trat
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