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Todos os capítulos do Sustituta del amor del CEO: Capítulo 61 - Capítulo 66
66 chapters
Capítulo: Amor congelado
Cuando Anahí tomó el teléfono con manos temblorosas, su pulgar dudó al pulsar el botón de reproducción. La grabación comenzó a sonar, y la voz de Edilene se escuchó nítida, como una sentencia. Cada palabra era una daga afilada que se clavaba en su corazón, arrancando con ella pedazos de la esperanza que aún quedaban.Sus ojos se llenaron de lágrimas. No por tristeza, no solo por eso. Era una mezcla venenosa de rabia, impotencia y un amor herido que no terminaba de morir.—Quisiste destruir lo poco que teníamos —susurró, apretando los labios con fuerza para no romperse del todo—. ¿Esto querías, Alfonso? ¿Destruirme por completo? Qué tontería… —rio sin alegría—. Nunca hubo un "nosotros", ¿verdad? Yo fui la única que creyó.Miró el contacto de Alfonso en la pantalla. El dedo se le detuvo sobre el ícono de enviar. Pero se contuvo.—No —dijo para sí, respirando hondo—. Aún no, Alfonso. Ahora te toca a ti sufrir. Verás cómo se siente perder algo verdadero, algo puro… como Freddy. Como yo.Gu
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Capítulo: Un escape nocturno
—¡Hermes! —gritó Darina con la voz rota, al verlo desplomarse como si el tiempo se hubiera detenido.El eco del disparo aún resonaba en el aire, cortando la tensión con un zumbido agudo.Uno de los empleados, disparó de nuevo, con el rostro desencajado por el pánico, bajó el arma temblorosa mientras todos volteaban hacia el techo, desde donde un cuerpo acababa de caer.Hermes.El mundo de Darina se colapsó en un segundo.Él yacía en el suelo, su camisa blanca se manchaba rápidamente de rojo.Su rostro, pálido, giró apenas para buscarla entre la multitud.La encontró.Sus ojos se cruzaron en un silencio que gritaba más que cualquier palabra.En su mirada había dolor, pero sobre todo… miedo. No por él. Por ella.«¡Alguien quiere dañarla!», pensó, mientras el peso del disparo se lo llevaba lejos de la conciencia.Un grito histérico rompió el momento.—¡Mató a Hermes! ¡Hermes! —vociferó Alondra con el rostro bañado en lágrimas falsas, transformando el teatro en una escena de caos—. ¡Deten
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Capítulo: Herido
Los niños lloraban desconsolados, con gritos entrecortados por el miedo.La camioneta avanzaba entre el asfalto mojado por la llovizna ligera, como si el cielo también llorara la herida que había dejado el destino en su familia.Darina los abrazaba con fuerza, tratando de protegerlos con su cuerpo como un escudo humano. Su corazón latía como un tambor fuera de control. Las lágrimas no cesaban, pero ella las disimulaba como podía.—Mami… —la vocecita temblorosa de Hernán rompió el silencio—. ¿Papito se fue al cielo?La pregunta cayó como una piedra en su pecho. Darina sintió que el mundo se partía en dos. Su alma se encogió, y por un segundo pensó que no podría hablar. Tragó saliva con dificultad y negó con la cabeza.—No, mi amor… papito va a curarse. Está con los doctores, lo van a ayudar —murmuró, acariciándole el cabello.Helmer, con los ojitos enrojecidos y la carita manchada por las lágrimas, la miró confundido.—¿Y por qué no podemos verlo? ¿Por qué no le dimos un beso?Darina l
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Capítulo: ¿A quién decidiste amar?
—¡Sí! —gritó Alfonso, su voz quebrándose entre el dolor y la furia contenida—. ¿Eso querías oír? ¡La verdad! Pues ahí la tienes: amo a mi hijo… ¡Y amo a Anahí!Azucena se quedó paralizada. Sus ojos se abrieron como platos, como si acabara de escuchar la blasfemia más grande.—¿Estás… estás loco? —balbuceó, dando un paso atrás—. ¡Ella es una traidora! ¡Te engañó! ¡Ese niño no es tuyo!—¡Es igual a mí! —rugió Alfonso, señalando con rabia un marco con su foto de infancia sobre la repisa—. ¡Míralo bien, madre! ¡Tiene mis ojos, mi expresión cuando se enoja, incluso mi forma de caminar! ¿Cómo puedes negar algo tan evidente?Azucena abrió la boca, pero ninguna palabra logró salir. Alfonso respiró hondo, dolido.—Haré otra prueba de ADN. Las veces que haga falta, pero te lo voy a demostrar… Freddy es mi hijo. Y tú, madre, lo vas a aceptar.Sin decir más, dio la vuelta. Su espalda tensa era un retrato de determinación y angustia. Azucena se quedó sola, estática como una estatua de sal, con el
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Capítulo: Condena inocente
La casa de campo estaba silenciosa, envuelta en una quietud que parecía fingida.Los árboles altos mecían sus hojas con una brisa suave, como si supieran que, dentro de esas paredes, dos mujeres intentaban no quebrarse del todo.Anahí observaba por la ventana con el ceño fruncido, como si esperara ver algo que pudiera darles respuestas, mientras Darina se abrazaba a sí misma, sentada en el borde de una cama improvisada.Tenía los ojos vidriosos, rojos de tanto llorar, y las manos temblorosas. No lograba dejar de temer.—Te juro que soy inocente —dijo finalmente, con la voz desgarrada, como si confesara algo que le doliera en los huesos.Anahí se giró hacia ella y le tomó las manos con firmeza.—Darina, te creo. Te juro que te creo. Pero debes calmarte… tienes que hacerlo por tus hijos. Todo lo que importa ahora es que Hermes viva… él es el único que puede ayudarte, el único que sabe la verdad completa. Él vendrá por ti. Él va a salvarte.Darina tragó saliva. Quería creer. Lo necesitab
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Capítulo: No hay salvación
Darina fue subida al auto a la fuerza, con los ojos perdidos y el corazón hecho trizas. Se sentía atrapada en una pesadilla de la que no podía despertar.Desde el interior del vehículo, sus ojos vidriosos se aferraban a la imagen de sus hijos, que estaban del otro lado de la ventana.Gritaban, lloraban, estiraban los brazos hacia ella, pero una barrera de cristal —física y simbólica—la separaba de ellos.El alma se le partía.Anahí los sujetaba con firmeza, conteniendo el impulso natural de los pequeños por correr hacia su madre. Sabía que, si lo hacían, solo se lastimarían más. Su rostro estaba bañado en lágrimas, pero su mirada era firme. Tenía que protegerlos… incluso de su propio amor.—¡Mami! ¡No te vayas! —lloró Rossyn con una voz que desgarraba el alma—. ¡Mami es de Rossyn! ¡Mami vuelve! ¡Mami…!Los sollozos se hicieron eco entre los muros, y el llanto de los demás niños se unió al de la pequeña, formando una sinfonía de dolor que estremecía el ambiente.Los tres se abrazaban c
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