Los últimos días habían sido un torbellino de preparativos. Desde que Amaris comenzó a ayudar a Silvana, el tiempo parecía haberse comprimido en una sucesión interminable de tareas: acomodar las mesas, revisar el menú, supervisar la llegada de los arreglos florales, probar combinaciones para el cóctel de bienvenida.Silvana no le delegaba demasiado, pero no podía negar que la presencia de Amaris le era útil. Ayudaba en todo lo que le pedía y tenía un excelente gusto en las decoraciones.La cena sería el sábado por la noche, y algunos alfas ya habían confirmado que se quedarían hasta el día siguiente. Los preparativos estaban casi listos, y Silvana le entregó una carpeta con la lista definitiva de invitados para que organizara las tarjetas de bienvenida.Amaris se sentó en una de las mesas aún vacías, alejadas del bullicio, y abrió la carpeta. Iba pasando los nombres, reconociendo a algunos por lo que había escuchado en la oficina de Elliot o nombres que había oído antes, cuando aún er
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