Inicio / Romance / Trastorno Obsesivo Compulsivo / Capítulo 31 - Capítulo 40
Todos los capítulos de Trastorno Obsesivo Compulsivo: Capítulo 31 - Capítulo 40
43 chapters
Paso 30
ManuEsa noche, Nino y yo hablamos hasta entrada la madrugada. Aunque siendo honesto, era ella quien encontraba siempre algo que decir. Antes de conocerla, siempre estaba molesto con las personas que jamás guardan silencio, pero con ella era distinto —todo—, más aún en ese minuto, en que me sentía en la misma medida feliz y aterrado. Por una parte, la sensación de su cuerpo desnudo junto a mí era exquisita, pero al mismo tiempo, mi mente me repetía que era peligroso, que no era hombre suficiente para ella, y que el imán que nos mantenía unidos era igual de frágil que mis momentos de tranquilidad. No sabía cuánto tiempo lograría controlarme, menos si lo único en lo que podía pensar era que si cerraba los ojos, despertaría sintiéndome sucio, que huiría de ella y jamás la volvería a tener junto a mí. El miedo me volvía loco, y sabía que Nino lo notaba.—¿Vas a dejarme? —pregunté, una vez que me sentí incapaz de controlar el pánico que crecía en mi pecho.Era consciente de la paciencia qu
Leer más
Paso 31
NinoCada vez que noviembre aparecía en el calendario, comenzaba a despedirme de la universidad. Sin embargo, ese año no tendría unas simples vacaciones, pues ese fue mi último semestre como estudiante, antes de comenzar con mi práctica profesional y mi investigación de título. En tiempos normales, el fin de clases significaba que era hora de volver a casa junto a mis padres. Lo que, si bien no era del todo aburrido, no se acercaba ni de lejos a pasar más tiempo junto a Manu.Fue así que todo en nuestras vidas comenzó a alinearse para que jamás nos separáramos, partiendo por la necesidad de realizar mi práctica, lo que me obligó a pasar el verano en Concepción, lejos de mi familia, pero enredada entre las piernas de mi primer novio formal. Durante esos días, hacia donde mirara, mi vida florecía. Estaba alegre, ver a Manu sonreír como nunca me provocaba una sensación de completa paz. Nos divertíamos juntos, caminábamos tomados de la mano, sin que importara el calor del verano que se ap
Leer más
Paso 32
Manu Pensé que Nino era capaz de entenderme, pero cuando la observé salir de su habitación con aquel hermoso vestido negro, supe que en realidad era una tramposa malvada y cruel. Y si cualquier persona hubiese osado sugerir que era una casualidad, habría sido capaz de apostar mi vida a que se equivocaba. Nino lo hizo a propósito, con la intención de castigarme por mi incompetencia social y negarme a asistir a la inauguración de la exposición.—Ya nos vamos Manu... ¿seguro no quieres acompañarnos? —preguntó, por última vez, antes de cerrar la puerta.Estaba tan bella. Todo en Nino gritaba orgullo y alegría. Sin embargo, solo pude sonreírle antes de que desapareciera y me dejara en su departamento. No era capaz de seguirlos, aun cuando lo deseaba. ¿Cómo no iba a sentirme feliz de presentarme junto a mis pinturas, y junto a esa magnífica mujer que me tenía una paciencia que rogaba jamás acabara? Claro que lo deseaba, pero me resultaba imposible enfrentarme a una situación como las que s
Leer más
Paso 33
ManuNino me abrazó emocionada al darse cuenta de lo que acababa de proponer, aunque, sin duda, también consideraba que aquella era la más loca de mis ideas. Por fortuna aceptó, feliz de que mi obsesiva existencia se adecuara a su caos alegre y colorido. Una vez más, la noche se hizo corta para nuestras largas conversaciones, más aún al imaginar la forma en que se lo plantearía a mi familia, y claro, también a la familia de Nino, quienes ni idea tenían de que existía un Manuel que pensaba en su hija desnuda más de lo que debería.Volví a casa por la tarde, seguro de que mi hermano y mi madre ya se encontraban ahí. No estaba nervioso realmente, sino más bien, sorprendido. Nino había cambiado mi vida hasta niveles inimaginados. Y es que, si existía algo que todos en casa teníamos por seguro, era el hecho de que jamás saldría de ahí. Nunca, ni en el mejor de mis sueños, se había pasado por mi mente explicarle a mi madre que ya no viviría más a su lado, y mucho menos que allá afuera había
Leer más
Paso 34
ManuMi madre se quedó espantada, pero lo aceptó. O al menos guardó un silencio algo parecido al respeto. De inmediato me levanté, dando por terminada nuestra conversación, y comencé a preparar mi mudanza. Tomás estaba casi igual de entusiasmado que yo, y jamás puso en duda mi capacidad de supervivencia lejos de casa.Gracias a mi obsesiva necesidad de mantener todo clasificado y en perfecto orden, la organización de mis pobres tres cajas no nos tomó más que un par de horas por la noche y la mañana. Antes de salir, abrí la puerta y contemplé por última vez lo poco que quedaba en mi habitación: una cama, algunos cuadros, unos pocos bocetos y un retrato familiar de cuando aún éramos cuatro personas. Ese era el resumen de mis veintiséis años de vida: la ropa que llevaba puesta, los embalajes que aguardaban a mis espaldas y mis muchos implementos para pintar.—¿Listo? —preguntó Tomás, observando a mi lado, con un orgullo que solo nosotros éramos capaces de entender.—Listo —respondí, más
Leer más
Paso 35
NinoEl minuto de hacer formal mi vida, y mi relación, con Manu frente a mi familia, había llegado, y por supuesto, nada de lo que pudiese acontecer sería dejado al azar, lo que me exigió planificar con detalle —y bajo supervisión constante— el momento en que llamaría a mis padres, momento para el que Manu llevaba casi un mes practicando. Sin embargo, en el segundo exacto en que cogí el teléfono, su cuerpo comenzó a funcionar por sí mismo, yendo de un lado a otro en nuestra pequeña sala, con sus dedos temblorosos y una expresión de pánico que no se borró de su rostro hasta que colgué. Y aunque Mamá no era de charlas breves, el estado de horror en que estaba Manu, me obligó a ir al grano y dejar la conversación para cuando nos viéramos a los ojos.—Hola, sí, estoy bien. Llamaba porque quiero visitarlos el fin de semana, ¿qué les parece?Ya con ese sorpresivo anuncio de visita, mi madre comenzó a sospechar, guardando un silencio al que ni ella, ni yo, ni mi padre, ni Manu, estábamos aco
Leer más
Paso 36
ManuLos tres meses que duró la práctica profesional de Nino, se sintieron como una luna de miel. Cada uno de los días que pasé a su lado fue magnífico. Adoraba su compañía, su risa contagiosa y lo enérgica que era a la hora de demostrarme su amor, abalanzándose sobre mí cuando me encontraba concentrado en mis pinturas, o abrazándome con dulzura cuando el estrés amenazaba con aparecer, o besándome en forma apasionada cada noche, solo por el placer de sentirnos en las nubes. Jamás tuvimos problemas que nos significaran dormir enfadados el uno el otro, en su mayoría, gracias al don de la palabra que acompañaba a Nino desde que tenía un año. Ella, por fortuna, era capaz de expresar todo aquello que le molestara, lo que hizo nuestra convivencia mucho más armónica, aun cuando hubo momentos, por supuesto, en los que ambos decidimos mantenernos en silencio.Sin embargo, esos pequeños impases no nos detuvieron, permitiendo que los días pasaran alegres y que nuestra confianza creciera. Siempre
Leer más
Paso 37
NinoSi bien acababa de sobrevivir a mi primer acercamiento con el mundo laboral, lo cierto es que estaba cansada. Había trabajado gratis tres meses en un estudio donde jamás me pidieron que pensara. Mi función era bajar datos de satélites y organizar carpetas con imágenes del clima, como si mis años de estudio se resumieran en eso. Era obvio que lo único que deseara fuera hacer algo distinto, no importaba qué, y por supuesto, junto a Manu. Sin embargo, la cotidianeidad que adoptamos viviendo juntos, me hizo olvidar que la rutina y él eran lo mismo. No era su culpa en absoluto, ni mucho menos de los hermosos días que pasamos juntos y que me hicieron pasar por alto el hecho concreto de que me había ganado un espacio en el corazón de Manu haciéndome parte de su día a día.Esa tarde me enfurecí con él, lo dejé solo en el sofá y me fui a nuestra habitación. Estaba tan cansada. Frente al espejo, concluí sin dificultad que todo era mi error, pero el agotamiento hizo que me durmiera temprano
Leer más
Paso 38
ManuYo también lo sabía. Y aunque lo había sabido siempre, había decidido imaginar que nuestro final podía haber sido otro. ¿Cómo no hacerlo, si Nino me veía pintar y me abrazaba, si constantemente bromeaba cuando revisaba una y otra y otra vez las puertas y ventanas, si reía cuando la despedía con muchos besos, si cerraba sus ojos cuando la besaba y su cara cada vez que le decía lo hermosa que era? Le encantaba mi manera meticulosa de ordenar los cubiertos por tamaño, la forma en que alineaba los frascos del baño según el color de sus etiquetas. Solía decir que mis listas eran mejores que cualquier aplicación de productividad, que mis rituales eran dulces, que mis manías la hacían sentir cuidada. Pero con el tiempo, lo que antes era motivo de ternura empezó a cansarla. Ya no reía cuando me veía contar los pasos del pasillo, ni acariciaba mi espalda mientras verificaba las ventanas. Comenzó a suspirar, a girar los ojos, a preguntarme con fastidio si de verdad pensaba revisar eso por
Leer más
Paso 39
NinoPor la mañana, Manu ya no estaba en casa. Era consciente de que se había ido, pero aun así, me incorporé para buscarlo con la mirada, como si aún existiera una pequeña posibilidad de que todo hubiese sido una pesadilla. Pero no. Solo obtuve como respuesta un vacío que ya no me era habitual. Y, sin embargo, tampoco me era del todo desconocido. Porque antes de Manu, esa soledad ya me había visitado, pero ahora era distinta. Era más densa, más cruel.¿Estaba realmente sola una vez más? Sí. Pero esta vez no era como antes. Esta vez sabía exactamente lo que significaba compartir la vida con alguien que te ve incluso en tus peores días. Y haberlo perdido era como haber sido arrojada fuera de un hogar que por fin creí haber encontrado.Volví a recostarme con la esperanza de que pasar unos minutos más en cama me aliviaría un poco la cabeza, que no paraba de darme vueltas producto de la borrachera de la noche anterior. Pero también porque la cama, aunque vacía, era el único lugar que aún
Leer más
Escanea el código para leer en la APP