GAEL El aire en la habitación pesa.Estoy de pie frente a la ventana, observando las sombras de los hombres que patrullan la propiedad. Desde el ataque, nadie ha dormido bien. Ni siquiera yo.La seguridad se ha triplicado, las cámaras están activas las veinticuatro horas del día y Lorenzo ha distribuido armas estratégicamente en toda la casa. Pero algo me sigue carcomiendo por dentro.El ataque no fue orquestado por Octavio del Bosque.Al menos, no directamente.—¿Quién más podría estar detrás? —pregunta Lorenzo desde el umbral de la puerta. Su tono es serio, calculador.Cruzo los brazos, sintiendo la te
Leer más