En su inconciencia sintió una luz que entraba en esa fría celda, una mano cálida y suave toco su frente, al hacerlo sintió como un brillo puro entraba en él, su corazón se llenó de paz, y su cuerpo dejo de sentir los dolores que lo acompañaban desde hace semanas, los lobos de la manada no habían dejado que sus heridas se curaran. Cuando se sintió sin dolor, esa mano lo tomo por la nuca, levantaba su cabeza para hacerlo beber de un frasco que puso sobre sus labios, era algo dulce, un néctar que lo hizo recobrar sus fuerzas, intento abrir los ojos, pero los parpados seguían tan pesados que no pudo ver quien estaba ahí con él.Su aroma inundo su olfato, no podía ser la loba que pensaba, su cabeza le estaba jugaba una mala broma, porque era el aroma dulce de Aysel que lo embriagaba, que lo enloquecía, pero ella no sabía dónde se encontraba, ¿Cómo podría ir a la celda? Intento abrir los ojos, pero solo vio una figura blanca delante de él, en un susurro pronunció su nombre, pero ella no c
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