Capítulo cuarenta y cuatro. El contraataque.— — — — Narra Amy Carlson — — — —Me despierto con un nudo en el estómago. El sol ya se ha colado por las rendijas de las cortinas, iluminando con suavidad la habitación. A mi lado, Brad duerme profundamente. Su respiración es lenta, serena, su rostro por fin sin tensión. Lo observo por un instante, acariciando suavemente la línea de su mandíbula con la yema de los dedos. Mi esposo. Mi amor. Y al mismo tiempo, el blanco perfecto de un padre que no conoce límites.Anoche, después de todo el horror, después de la discusión, la confesión, el miedo y las lágrimas, nos abrazamos como si el mundo fuera a derrumbarse. Hicimos el amor en silencio, con una desesperación contenida, buscando consuelo en la piel del otro. No hubo palabras, solo caricias que suplicaban que todo lo malo se esfumara. Fue intenso, fue íntimo. Fue necesario.Me levanto sin hacer ruido y me pongo una bata. Bajo a la cocina para preparar el desayuno, pero mis pensamientos es
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