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Todos los capítulos de El sacrificio de la heredera: Capítulo 31 - Capítulo 34
34 chapters
Capítulo 31: Los débiles se quiebran
Gael.Me encierro en mi despacho, sintiendo el peso del día sobre los hombros. Lleno un vaso de cristal con whisky y lo bebo de un solo trago, dejando que el ardor me queme la garganta. Un golpe en la puerta interrumpe el breve momento de tregua que me he permitido.—Adelante —musito con desgano.El mayordomo ingresa con su porte impecable y su rostro imperturbable.—Señor —Inclina la cabeza—. Su padre ha anunciado su regreso. Llegará mañana.Entorno los ojos y aprieto la mandíbula.—Esperaba que tardara unos días más —digo con desdén. —Ha preguntado por usted y por su esposa.Suelto un jadeo antes de fijar mis ojos en él.— ¿Y qué le respondiste?—No puedo mentirle, señor. Hay demasiados ojos en la mansión.Suelto una risa irónica.—Por supuesto. Eso me supondrá muchas preguntas sobre por qué no convivo con mi esposa como un matrimonio debería hacerlo.El mayordomo de tantos años asiente y tras una breve pausa agrega:—Sería conveniente que la señora permanezca a su lado. Además, n
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Capítulo 32: Tan magnífico
Amaia.Volteo en la cama, apenas se filtra un poco de luz en la habitación. Los eventos del día anterior no me permitieron dormir lo suficiente y cuando alcancé de forma débil el mundo de los sueños regresaba al otoño en que conocí a Gael y las pocas palabras que decía sobre su madre.Estoy sola en la habitación, pero no sé si debo estar agradecida o molesta porque he perdido la oportunidad de seguir indagando.—Señora ¿Está despierta?—Adelante.Me incorporo y arreglo el cabello. Una vez más debí dormir con una de las camisas de Gael como pijama y supongo que tendré que volver a vestir mi ropa del día anterior, aunque en esta ocasión está demasiado sucia.—Buenos días —saluda una de las empleadas, cuyo nombre desconozco—. Han empezado a llegar sus pertenencias —informa.Mis cejas se contraen.— ¿Qué pertenencias? —Su ropa, zapatos, accesorios y otras cosas.—Yo no lo he solicitado.Ella me observa con sorpresa.—Las cajas y bolsas están siendo traídas por las demás empleadas en est
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Capítulo 33: ¿Quién es tu familia?
Amaia.— ¿Qué haces aquí? —pregunta obligándome a mirar hacia arriba.Toco mi nariz que ha golpeado contra su pecho quizá hecho de acero. Debe ejercitarse, no hay duda.—Yo sólo...— ¿Gael? —Es Rulac Belmonte, su padre, quien lo llama— Adelante.Gael me observa da arriba abajo con ojos entrecerrados. Un par de preguntas bailan en su mirada.—Hablaremos después.Camina hacia la puerta del despacho de su padre y yo intento decirle algo, pero mi mano queda en el aire y mis palabras atrapadas dentro de la boca. Así que sólo desparece y decido alejarme. De alguna forma su presencia siempre consigue que duela mi pecho.—Señora Mountbatten —saluda el mayordomo quien está llegando a la mansión.Lleva el abrigo en su brazo y se quita un sombrero negro.—Ha llegado —musito.— ¿Me necesita?Su perspicacia es buena.— ¿Gael ordenó que trajeran tantas cosas para mí?—Sí, señora. Su esposo estaba preocupado porque no tuviera en casa lo que necesita.Arrugo mi entrecejo.—Eso no era necesario.—Si h
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Capítulo 34: ¿Qué sabes Gael?
Amaia.Aún puedo sentir la textura del papel en la mano mientras me coloco el abrigo y salgo de la habitación sin hacer ruido. Bajo las escaleras con sigilo, consciente de cada paso. Llevo ropa diferente, pero el corazón aún me late con fuerza. Logro llegar a la puerta sin ser vista, hasta que un empleado alcanza a verme cuando finalizo el sendero que me conduce afuera de la propiedad.— ¡Señora! —grita, pero no me detengo. Subo a un taxi que pasa justo en ese momento.Dentro del vehículo vuelve a leer la carta con manos temblorosas:“En el parque San Bertux. Te estaré esperando. Necesito tu ayuda” Firmado por mi padre.El coche avanza al tiempo que en mi mente bullen demasiadas preguntas. ¿Por qué una carta y no presentarse directamente?, ¿Por qué citarme lejos de casa? Era su letra, de eso no había duda.Al llegar al parque, desciendo del auto con cautela. Camino por el sendero de cemente con la vista fija en cada espacio. Me siento en una banca frente a la fuente de agua. Mis nervi
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