Amaia.Aún puedo sentir la textura del papel en la mano mientras me coloco el abrigo y salgo de la habitación sin hacer ruido. Bajo las escaleras con sigilo, consciente de cada paso. Llevo ropa diferente, pero el corazón aún me late con fuerza. Logro llegar a la puerta sin ser vista, hasta que un empleado alcanza a verme cuando finalizo el sendero que me conduce afuera de la propiedad.— ¡Señora! —grita, pero no me detengo. Subo a un taxi que pasa justo en ese momento.Dentro del vehículo vuelve a leer la carta con manos temblorosas:“En el parque San Bertux. Te estaré esperando. Necesito tu ayuda” Firmado por mi padre.El coche avanza al tiempo que en mi mente bullen demasiadas preguntas. ¿Por qué una carta y no presentarse directamente?, ¿Por qué citarme lejos de casa? Era su letra, de eso no había duda.Al llegar al parque, desciendo del auto con cautela. Camino por el sendero de cemente con la vista fija en cada espacio. Me siento en una banca frente a la fuente de agua. Mis nervi
Leer más