La cena había terminado, y aunque la conversación había estado llena de momentos tensos, todo se había mantenido en un equilibrio delicado. Alanna, con su actitud firme y tranquila, no había retrocedido ante la desconfianza de Sabrina ni ante la frialdad de Bárbara.Leonardo, por su parte, observaba cada interacción con atención, como si midiera cada reacción, cada palabra no dicha.—Gracias por venir —dijo finalmente Alanna cuando Bárbara y Sabrina se levantaron de la mesa.No lo decía por compromiso. Realmente lo agradecía. Sabía lo mucho que a Leonardo le costaba abrirse a su familia, y aunque la relación con su tía y su prima no era la más cálida, aún eran su único vínculo de sangre.Bárbara asintió con elegancia, sin demostrar mayor emoción. Pero cuando estaba por tomar su abrigo, algo la hizo detenerse.Alanna, sin darse cuenta, había comenzado a recoger la mesa con naturalidad. No delegó la tarea a nadie, ni siquiera miró a Leonardo para que le ayudara. Simplemente tomó los pla
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