La máscara de cristal. A simple vista, la reunión parecía una elegante velada de negocios: hombres trajeados conversaban con copas en la mano, algunas mujeres vestidas con lujo los acompañaban, y el ambiente estaba impregnado de un aire refinado. Pero había algo más bajo la superficie.Víktor salió de la sala privada con pasos tranquilos, como si hubiera discutido un simple contrato. Su saco negro estaba impecable, su rostro sereno. Nadie en el evento habría imaginado que, apenas unos minutos antes, había dictado una sentencia de muerte.Sus ojos buscaron instintivamente entre los asistentes. Y entonces la vio: Elena, de pie junto a una mesa, conversando torpemente con una mujer mayor que no paraba de hablar. Pero sus ojos no estaban en la conversación, estaban en él. Fijos. Atentos.La joven intentó no parecer nerviosa cuando él se acercó.—¿Todo bien? —preguntó él, como si nada fuera fuera de lo habitual.—Sí… claro —respondió ella, aunque su voz sonaba más aguda de lo normal—. Sol
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