No solo sus hijos eran suyos, incluso Paola ahora lo era. Dereck estaba decidido a no dejarla ir. En cuanto a Camila, su relación con ella era simplemente un compromiso, un rito que había asumido cuando era niño. Aunque sentía una distancia emocional hacia Camila, entendía que debía tratarla con respeto.—El puesto de asistente personal no estaba entre los que dijiste que querías ocupar, Camila. No quiero creer que estás celosa de Paola. Ella es solo una amante, mientras que tú eres mi esposa, la que tiene más acceso a mí. Pero, ¿no puedes soportar que ella trabaje en un puesto alto en mi empresa? —preguntó Dereck, con una voz fría.—No es así, por favor no me juzgue mal, Sr. Dereck… —respondió Camila, intentando defenderse, pero Dereck levantó una mano, silenciándola.—Puedes regresar a tu oficina, tengo mucho que hacer —dijo con firmeza.Camila sintió cómo la humillación la quemaba por dentro, pero no tuvo más opción que marcharse.Paola, al ver la escena, esbozó una ligera sonrisa
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