—Ni siquiera sé de quién estás hablando todavía, Paola —dijo Michael, frunciendo el ceño.—Irvin. ¿Lo conoces? —preguntó Paola con cautela.—¿Irvin? ¿Irvin? —Michael repitió, su expresión se iluminó de repente—. ¡Irvin es mi muy buen amigo! ¡Espera! ¿No me digas que... lo secuestraron?—Sí, lo está. Dijo que tú puedes ayudarlo. Por favor, Michael, hazlo —suplicó Paola con seriedad, sus ojos llenos de preocupación.—Por supuesto que puedo ayudarlo —respondió Michael mientras sacaba su teléfono apresuradamente. Sin embargo, antes de marcar, hizo una pausa y levantó la mirada hacia Paola—. Pero, Paola... ayudar a Irvin no sería un problema para mí, aunque...—Entonces hazlo rápido, por favor —interrumpió Paola, con un nudo en la garganta.Michael suspiró y dejó el teléfono sobre la mesa.—Sigo ayudándote en todo, pero nunca he sentido que lo aprecies. ¿Por qué siento que te aprovechas de mí? —preguntó Michael, con tono acusador.—Señor Michael, ¿cómo puedes pensar eso de mí? —replicó Pao
Ler mais