—Oh, Dios mío —Daniela tuvo que retener las lágrimas cuando los mellizos lloraron al ver a Melissa y Javier, y se quedaron mucho rato abrazados a ellos.—Tía… te extrañamos.—A ti también, tío —completo Mateo y Daniela solo pudo observar a Víctor, gesticulando un “gracias”. Porque el que estuvieran aquí, de sorpresa, dos días antes de su boda, era un milagro para ella.Después de los gritos, lágrimas y muchas emociones, Daniela se sentó en el amplio sofá de la mansión con Melissa, porque Javier estaba con Víctor afuera de la casa, hablando de negocios, y los mellizos ya estaban dormidos, ya que era muy tarde por la noche.—Están enormes… y hermosos, como tú, aunque sean idénticos a Víctor —dijo Melissa con la voz llena de emoción, mientras Daniela no podía despegar los ojos de ella.Definitivamente, ella estaba diferente.—Y agrega lo traviesos. Definitivamente, cada día están más despiertos… en eso se parecen a su padre también —bromeó Daniela para eliminar algo que no podía descifra
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