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Todos los capítulos de Bajo el Mismo Contrato: Capítulo 61 - Capítulo 70
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Capítulo 62: La Cueva de los Secretos
El amanecer llegó sin gloria. Un cielo gris cubría la ciudad como un velo de advertencia. Luciana se despertó con una presión en el pecho, como si sus sueños hubieran intentado advertirle algo que su mente aún no comprendía.Camila aún dormía profundamente en la habitación de huéspedes. Sus respiraciones eran cortas, irregulares, como si los recuerdos la acosaran incluso en su inconsciencia.Luciana, envuelta en una bata de algodón, bajó a la cocina. Encontró a Alexander revisando planos viejos sobre la mesa. Tenía ojeras profundas y los ojos clavados en un croquis desgastado.—¿No dormiste nada? —preguntó Luciana en voz baja.Él negó, sin apartar la vista del papel.—Este plano es de la finca donde criaron a Adrián… o mejor dicho, a Ismael. Aquí hay una estructura subterránea. Según las notas de Sebastián, la llamaban La Cueva.—¿Crees que aún existe?—Si la destruyeron, fue con mucho cuidado. Pero si sigue allí, podría contener pruebas. Registros. Quizá incluso… el diario de Elena.
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Capítulo 63: Bajo Juramento
El viento soplaba con fuerza esa mañana, sacudiendo las ramas del almendro como si la naturaleza también presintiera que algo estaba por estallar. La casa estaba en silencio. Camila dormía profundamente, exhausta. Roberto había salido para reunirse con el contacto de la fiscalía. Y Luciana… estaba en el estudio, releyendo la carta de Elena por décima vez.Alexander la observaba desde la puerta, los brazos cruzados, el ceño fruncido.—¿No has dormido nada, verdad?Luciana negó con un leve movimiento.—No puedo. Cada palabra de esta mujer me retumba en el pecho. Siento que está aquí… vigilando.Él se acercó lentamente y la rodeó con sus brazos por la espalda. Luciana se dejó envolver, descansando la cabeza contra su pecho.—Estás cargando con todo, Lu —murmuró Alexander—. Pero no tienes que hacerlo sola.—No estoy sola —respondió ella, alzando la mirada para encontrarse con sus ojos—. Te tengo a ti. Y eso lo cambia todo.Él le acarició el rostro con ternura. Los dedos le temblaban liger
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Capítulo 64: El Rostro de la Mentira
El video de Eugenio se había grabado sin contratiempos. En un cuarto aislado, frente a la cámara, el viejo enfermero relató con voz pausada y la mirada firme cada detalle: el encierro de Elena, el nacimiento de los gemelos, el rapto del segundo hijo, y las circunstancias oscuras de su muerte. Fue directo. Crudo. Inolvidable.—Cuando Elena murió —dijo, mirando a la lente con ojos cargados de dolor—, no murió sola. Murió con las manos atadas. Murió silenciada. Y yo fui cómplice por callar tanto tiempo. Hoy hablo… porque no quiero morirme siendo cobarde.Luciana apagó la cámara con las manos temblorosas. Alexander la abrazó en silencio. Roberto selló varias copias digitales y las subió a servidores seguros. Habían dado el golpe que cambiaría todo.Pero al día siguiente, nada salió en las noticias.Ninguna cadena compartió el video.Ninguna plataforma replicó el testimonio.Ningún medio lo mencionó.Silencio absoluto.⸻—No puede ser —murmuró Alexander, revisando por décima vez los portal
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Capítulo 65: En el Nombre del Padre
La fotografía los dejó paralizados.Luciana la sostuvo entre los dedos con un temblor visceral. Sus cuerpos desnudos, abrazados, capturados en la intimidad absoluta de una madrugada que creían solo suya. Alexander apretó los dientes. Sintió la invasión como un puñal directo al pecho.—Estuvo aquí —murmuró él—. Entró. Nos observó. Y se fue sin dejar huellas.—No… dejó esta —corrigió Luciana, alzando la imagen—. Nos dejó su presencia… como si estuviera reclamando lo que nunca tuvo.Alexander se apartó, furioso, buscando entre los dispositivos de seguridad.—No hay rastros. Borró todo. Anoche no hay grabaciones. Nada. Es como si hubiera pasado un fantasma.Luciana se abrazó a sí misma.—Un fantasma que quiere que sepamos que puede tocarlo todo… incluso lo más nuestro.⸻Horas después, se comunicaron con Roberto, quien organizó un traslado inmediato de Camila al nuevo refugio temporal. La idea era llevarla a un sitio aún más aislado, monitoreado, donde Ismael no pudiera alcanzarla.Pero c
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Capítulo 66: La Redención del Olvido
La lluvia caía como una plegaria desesperada sobre los techos de la ciudad. Afuera, el mundo parecía normal. Pero en el interior de Luciana, algo se rompía, lenta e irreversiblemente.El mensaje de Camila no solo le había roto el corazón. Le había abierto una herida más profunda: la certeza de que la lucha ya no era por descubrir la verdad, sino por salvar lo poco que aún quedaba en pie.—¿Dónde está? —preguntó Alexander por enésima vez mientras Roberto hablaba por teléfono con sus contactos.—Aún no tenemos ubicación exacta —respondió el investigador—, pero alguien en la fiscalía recibió una alerta anónima sobre un almacén abandonado al sur de la ciudad. Se dice que alguien ha sido visto entrando con una mujer encadenada.Luciana se puso de pie.—Vamos.Alexander la detuvo con una mano firme.—No sabemos si es una trampa.—No importa —respondió ella con los ojos clavados en él—. Si ella está ahí, voy a sacarla. Con o sin ayuda.Alexander se acercó, bajando la voz.—Y si no es ella… s
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Capítulo 67: El Libro de Elena
La lluvia había cesado, pero la ciudad seguía cubierta por una bruma espesa, como si el pasado se rehusara a disiparse del todo. Luciana observaba por la ventana del apartamento mientras las luces del amanecer se filtraban tímidamente entre los edificios. En su regazo, el diario de Elena, ya sin secretos, con la piel ajada por las manos que lo habían buscado, escrito y rescatado.Alexander dormía en el sillón, exhausto tras noches de tensión y trabajo. En la mesa del comedor, las últimas correcciones de lo que ahora se titulaba provisionalmente “Ecos del Silencio”, la novela basada en la historia de Elena, estaban listas para enviarse a la imprenta.Luciana cerró el cuaderno con delicadeza. Se acercó a Alexander, le rozó la mejilla con los dedos.—Despierta, ya es hora.Alexander abrió los ojos con lentitud y le sonrió, adormecido.—¡Lo logramos!—Casi —respondía ella—. Falta un paso más.Ambos se vistieron con calma, conscientes de que ese día no solo marcaría un antes y un después e
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Capítulo 68: Ecos de Sangre
La noticia había estallado como una granada en el corazón de la industria literaria. “Ecos del Silencio”, el libro basado en el diario de Elena, se había convertido en un fenómeno viral. Las ventas se dispararon, los lectores lo citaban en redes, y las librerías agotaban existencias en cuestión de horas. Pero mientras el público aplaudía el valor de la historia, detrás del telón comenzaban a moverse hilos invisibles.Alexander recibió la llamada una mañana de martes. Estaban tomando café en la cocina cuando su móvil sonó con un tono grave y seco. Respondó sin mirar el identificador de llamadas.—¿Alexander Varnell?—Él habla.—Soy Lucía Navarro, directora de Protección Legal de la editorial. Necesitamos hablar. Urgente.Alexander intercambió una mirada con Luciana.Una hora después estaban en la oficina de Lucía, rodeados de carpetas, abogados y rostros tensos.—Recibimos una notificación judicial —dijo Lucía, sin rodeos—. Una demanda por difamación. Firmada por Julián Vega, en repres
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Capítulo 69: El Diario de Camila
El cuaderno azul pesaba como plomo en las manos de Luciana. Era más delgado que el de Elena, pero no por eso menos inquietante. La tinta había desteñido en algunos pasajes, y las primeras hojas estaban manchadas por algo que parecía humedad… o lágrimas.Alexander se acercó con cautela.—¿Estás segura de que quieres leerlo ahora?Luciana asintió sin mirarlo. Se sentó en el borde de la cama y abrió la primera página. La letra era inconfundible: inclinada, firme, con trazos que parecían contener rabia reprimida.“Empecé a escribir esto cuando me di cuenta de que ya no podía confiar ni en mi reflejo. Siempre creí que era la víctima de una historia ajena. Pero descubrí que también he sido cómplice.”Luciana tragó saliva. Pasó la hoja.“Me enviaron a buscarte, Luciana. No fue casualidad. No fue destino. Julián me reclutó cuando estaba en mi peor momento. Me prometió protección. Una vida nueva. Todo a cambio de una cosa: acercarme a ti y a Alexander. Ganarme su confianza. Observar. Informar.
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Capítulo 70: La Red de las Sombras
El eco del diario de Camila se extendió como fuego entre hojas secas. Las plataformas independientes lo compartieron sin parar, los lectores empezaron a vincular fragmentos con eventos históricos reales, y algunos periodistas se atrevieron a profundizar en lo que antes era un susurro: una red poderosa dedicada a manipular el pasado.Luciana y Alexander volvieron a estar en el centro del huracán. Esta vez, como portadores de una verdad peligrosa.Roberto llegó al apartamento con rostro serio y una carpeta gruesa bajo el brazo.—Encontramos algo. Pero no les va a gustar.Extendió sobre la mesa un mapa lleno de hilos y notas. En el centro, una palabra escrita con tinta roja:NEMESIA.—Así se hace llamar la red. Está conformada por exmilitares, políticos, abogados y empresarios que han manipulado durante décadas archivos, documentos históricos, e incluso biografías completas.Luciana lo miró, incrédula.—¿Estás diciendo que todo esto… no fue por Elena, ni por Camila, ni por el libro… sino
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Capítulo 71: El Nombre del Fundador
El amanecer trajo una calma engañosa. Las calles parecían dormidas, los autos transitaban como si nada hubiera cambiado. Pero en el corazón de Luciana y Alexander, todo era distinto. Camila había vuelto para desaparecer otra vez, y ahora tenían en sus manos una lista de nombres que podía cambiarlo todo.Julia Martell había revelado más de lo que esperaban. La existencia de un archivo central controlado por Nemesia no era una teoría más, sino un hecho. Pero para acceder a él, necesitaban encontrar al misterioso Eliseo Landa. Un nombre que ni siquiera Roberto tenía en sus registros.Esa mañana, decidieron dividirse. Alexander trabajaría con Roberto en rastrear la ubicación de la finca mencionada por Julia. Luciana, por su parte, contactaría a viejos contactos de la editorial, periodistas y académicos que pudieran tener información sobre Landa.⸻La primera pista llegó de manera inesperada. Una llamada anónima, con voz distorsionada:—Si quieren encontrar a Eliseo, busquen en los libros
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