La puerta se abrió y Damián entró.Aitana, sabiendo que era él, sin volverse, habló con voz indiferente: —No vengas más por aquí. Nadie necesita esta falsa compasión, como gato llorando por un ratón muerto.Damián se acercó, intentando tomar el hombro de Aitana, pero ella lo evitó.Con la mano suspendida en el aire, Damián finalmente dijo en voz baja: —No me divorciaré. Aitana, tenemos un acuerdo entre nosotros.—Sé que firmé por dos años.—Damián, si insistes en no divorciarte, puedo esperar. A lo sumo, cuando pasen los dos años, tomaré el dinero y las acciones y me iré. No cambiará el resultado final.Aitana mostraba total indiferencia.Damián habló con voz dolida: —Aitana, no deberíamos estar así.Aitana replicó: —¿Y cómo deberíamos estar? Damián, aparte del dinero, ¿qué más nos queda?Al atardecer, Aitana necesitaba regresar al apartamento.Apenas salió del edificio del hospital, vio un Rolls-Royce Phantom negro estacionado en la acera. Damián, elegante, esperaba junto al coche, co
Leer más