Ya no importó si tenían público; Fabrizio atrapó sus labios y los dos se besaron, por lo que pareció un largo rato. En la estancia, una exclamación rompió el silencio.—¡Brindemos! Que próximamente habrá una boda en esta casa.Los presentes voltearon a ver a Elisa, que tenía una amplia sonrisa dibujada en su cara, y cómo no, si días antes Fabrizio le había comentado que estaba enamorado de Gabriella, pero que no sabía cómo decirlo y ella le sugirió lo de la declaración y, en parte, el hostigamiento que sufrió esa noche Gabriella se lo debía a su suegra, que le insistió a su hijo que tenía que mostrar sus sentimientos sin restricciones, ser claro, ceder cuando fuera necesario, tumbar con amor y firmes argumentos las dudas de ella y así salir vencedor.—Mamá, ¿te puedes explicar? &
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