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Todos os capítulos do Esposa del CEO por venganza: Capítulo 171 - Capítulo 180
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Capítulo: Un milagro
Giancarlo y Mateo salieron de la oficina con la sangre hirviendo en las venas. Mateo apretaba los puños con tanta fuerza que las uñas se le clavaban en la piel. Su mandíbula temblaba de pura rabia.—¡Los odio! —bramó, con la voz rota por la impotencia—. Si pudiera matarlos con mis propias manos, lo haría sin dudarlo, padre.Giancarlo le puso una mano en el hombro, firme, intentando contenerlo.—Tranquilo, hijo. La venganza es un plato que se sirve frío. Confía en mí, ese dinero nunca lo disfrutarán.El señor Ramos los alcanzó con una sonrisa petulante en el rostro. No se molestó en disimular su avaricia.—Mañana, el dinero —exigió con voz soberbia—. Lo quiero en efectivo. Lo entregarán aquí mismo en el hospital.Giancarlo clavó sus ojos oscuros en él con un desprecio que habría hecho temblar a cualquiera. Sin embargo, el otro hombre solo se relamió los labios con ansia.—Lo tendrás —dijo con un tono gélido—, pero a cambio, firmarás un documento en el que cedes el cuidado de Beth y de m
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Capítulo: Ella despertó, el trato terminó
—¡Tranquila, Beth, vas a estar bien!El sonido de las máquinas resonaba en la habitación, acompañando la respiración errática de Beth a través del tubo.Sus ojos estaban abiertos, pero su mente aún flotaba en un limbo entre la conciencia y la confusión.Su pecho subía y bajaba con dificultad mientras su mirada temblorosa saltaba de un punto a otro, sin comprender del todo dónde estaba.Roma la sujetaba con delicadeza, como si temiera que se desvaneciera en cualquier momento.—Beth… —susurró, sintiendo la presión de los dedos débiles de la joven en su muñeca.Antes de que pudiera decir algo más, la puerta se abrió de golpe y entraron un doctor y una enfermera.Sus expresiones eran tensas, pero su profesionalismo los mantenía firmes.—Necesitamos espacio. Salga ahora mismo —ordenó el médico.Roma vaciló un instante, sin querer soltar a Beth.—¡Pero ella…!—Ahora —repitió la enfermera con firmeza.Roma respiró hondo y asintió, soltando la mano de Beth con un nudo en la garganta.Se giró y
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Capítulo: Mi gran amor
Mateo estaba desesperado. La angustia lo devoraba mientras caminaba de un lado a otro en el pasillo del hospital. Cada minuto que pasaba se sentía eterno, como si el tiempo se burlara de él, prolongando su sufrimiento. Su esposa llevaba siete días sumida en la inconsciencia, y aunque los médicos le habían dicho que solo quedaba esperar, la incertidumbre lo estaba matando.Entonces, el doctor apareció.Mateo se lanzó hacia él, con el corazón al borde de estallar.—¿Cómo está mi esposa? —preguntó con la voz temblorosa.El doctor le dirigió una mirada firme, pero había un brillo de esperanza en sus ojos.—Está despierta.Mateo sintió que el aire regresaba a sus pulmones.—Todavía no podemos retirarle el respirador artificial. Lo haremos mañana si todo sigue estable. Pero que haya despertado es un excelente signo. Nos indica que hay altas probabilidades de que las secuelas sean mínimas.El alivio golpeó a Mateo con la fuerza de una ola. Cerró los ojos, tratando de contener las lágrimas.—¿
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Capítulo: Nuevo salvador
En la universidadHumberto llegó muy temprano a la universidad. Su mirada ansiosa recorría los pasillos, buscando a Tory. Pero cuando encontró a Brianna, la tomó de la mano y juntos fueron hasta la cafetería.—Mi amor, ¿conseguiste el dinero? —preguntó Brianna, entrelazando sus dedos con los de él.Humberto bajó la mirada, negando con pesar.—Lo siento, Brianna, no lo conseguí.Ella se quedó perpleja, soltó sus manos como si hubiera recibido un golpe.—Pero…Humberto le sostuvo la mirada con firmeza.—Brianna, escúchame bien. Me casaré con Victoria.Brianna se apartó de golpe, como si las palabras la hubieran quemado. Sus labios temblaban, pero antes de que pudiera hablar, él continuó.—Lo haré solo por dinero. En cuanto lo tenga, la dejaré… para estar contigo.Los ojos de Brianna se iluminaron con un brillo mezquino.—Pero falta mucho…—No te preocupes. Confía en mí, pronto tendremos el dinero suficiente para que vivas como una reina.Ella sonrió satisfecha, acariciando la mejilla de
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Capítulo: Como un ladrón
Giancarlo y Roma regresaron a casa cuando el sol ya casi se había ocultado en el horizonte.El viento nocturno soplaba con una calma inquietante, y el eco de sus pasos resonaba en el amplio recibidor de la mansión. Roma se deshizo del abrigo con un suspiro cansado.—¿Cómo está Tory? —preguntó—. ¿Ya cenó?La empleada que la recibió en la entrada bajó la mirada, su expresión denotaba incomodidad.—Señora… la niña no ha vuelto de la escuela.Un silencio denso se instaló en la habitación.Roma y Giancarlo intercambiaron miradas de desconcierto.Él frunció el ceño y sacó su teléfono de inmediato, revisando sus notificaciones. Su mandíbula se tensó cuando vio los mensajes de transacciones bancarias.—Esta niña… —su voz cargaba una mezcla de irritación y sorpresa—. Parece que se fue de compras.Roma se acercó para mirar la pantalla, y al ver la cantidad de dinero que se había gastado, sus ojos se entrecerraron con desconfianza.—¡Roma, mira cuánto gastó! Le dije que podía comprar lo que quisi
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Capítulo: Última oportunidad para demostrar amor
Humberto y las mujeres fueron arrestados. Mientras los oficiales los escoltaban fuera del restaurante, los gritos de las mujeres resonaban en el aire como un eco desesperado.Humberto, con el rostro desencajado, suplicaba una y otra vez su inocencia, aferrándose a la posibilidad de que su teatro de víctima lograra conmover a alguien. Pero nadie lo escuchó.La patrulla los esperaba con las puertas abiertas, listas para tragárselos y llevarlos a la comisaría.La madre de Briana comprendió que era el final del juego. Entre sollozos, tomó una decisión.—Soy la responsable —dijo con voz entrecortada—. Yo decidí robar la tarjeta. Por favor, ellos son inocentes.Humberto y Briana, desesperados, asintieron con rapidez, aferrándose a su coartada.—Sí, sí. Pensamos que Victoria nos había invitado, pero… al final, ella no pudo venir.Giancarlo los observaba desde la habitación de espejo, el reflejo de su rostro era un lienzo de absoluta frialdad. No pronunció palabra alguna.En su mente, aún reso
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Capítulo: Un golpe donde más duele
El lunes, al volver a la universidad, Humberto Y Brianna estaban listos para enfrentar a Victoria.La madre de Brianna, aun con la esperanza de que Humberto intercediera, estaba convencida de que Victoria, movida por el amor que sentía por él, cedería.Después de todo, ella solía amarlo hasta ser como una esclava de él, y Humberto sabía cómo hacer que ella viera las cosas a su manera.Pero al llegar, la realidad fue muy diferente.Una sensación de inquietud la invadió cuando fue llamada a recursos humanos del colegio.Algo no estaba bien.Al entrar en la oficina, el ambiente se volvió denso, pesado, como si todo estuviera a punto de desmoronarse sobre ella.La miraban con severidad, como si fuera una criminal, y el murmullo de voces lejanas la inquietaba aún más.—Estás despedida.El golpe fue tan inesperado que se quedó helada.El aire a su alrededor pareció volverse más denso, como si el mismo edificio la estuviera rechazando.Su corazón comenzó a latir desbocado, y la garganta se le
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Capítulo: No tienes derecho a mí
—¡Victoria, no puedes hacer esto! ¡Eres una traidora! Dijiste que me amabas, y ahora te comportas como una… como una zorra. ¡Esto no es lo que prometiste! —Humberto casi rugió, la rabia quemándole por dentro. Su voz temblaba de furia, pero lo que más lo irritaba era la frialdad con la que ella lo miraba.Victoria lo miró a los ojos, sus labios curvándose en una sonrisa amarga.Sin previo aviso, le abofeteó con una fuerza inesperada, dejando una marca roja sobre su rostro.Humberto, atónito por el golpe, estuvo a punto de devolverlo, de lanzar su puño contra esa mujer que una vez creyó amar. Pero antes de que pudiera reaccionar, Joel, su amigo y compañero de toda la vida, lo detuvo con fuerza.—¡Si la tocas, te mataré! —La voz de Joel era baja, grave, pero peligrosa, como una amenaza palpable.Victoria sonrió, su mirada llena de desdén, y le dio un paso atrás, abrazándose a Joel con descaro.—¡Victoria, aunque supliques y te arrastres, no te perdonaré! —Humberto gritó, su furia transfor
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Capítulo: Droga para el amor
Al llegar a casa, Mateo irradiaba felicidad. La calidez de su hogar lo envolvía, y frente a él, Roma, Giancarlo y Tory lo esperaban con sonrisas iluminando sus rostros. Habían preparado una bienvenida especial, un gesto de amor y gratitud por el milagro de tener a Beth de vuelta.Cuando ella cruzó la puerta, sus ojos brillaron con una mezcla de sorpresa y emoción. No pudo evitar llevarse una mano al pecho, sintiendo el latido acelerado de su corazón.—¡Gracias! —exclamó, conmovida por el recibimiento.Tory fue la primera en acercarse y rodearla con un abrazo cálido, transmitiéndole un apoyo inquebrantable.—Bienvenida a casa, Beth —susurró con ternura.Mateo, sin poder contener su felicidad, tomó la mano de Beth con suavidad, como si temiera que se desvaneciera de su lado. Sus ojos la devoraban con devoción.—Hay algo que deben saber —anunció con voz firme, pero cargada de emoción—. Beth aceptó casarse conmigo.Roma y Giancarlo se miraron por un segundo antes de sonreír con entusiasmo.
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Capítulo: Voy a salvarte
Joel no podía dejar de pensar en Tory.Cada minuto sin ella era un martillazo en su pecho. Necesitaba verla, necesitaba saber que estaba bien.Mientras caminaba al lado de su amigo, su mente no dejaba de girar en torno a la imagen de ella, perdida, vulnerable. Fue entonces cuando algo lo detuvo. Su amigo había recibido un mensaje en el móvil.Joel no podía creer lo que veía en la pantalla.«Listo, Tory está conmigo»El nombre que acompañaba el mensaje hizo que el corazón de Joel se detuviera por un instante. Humberto. Un torrente de ira recorrió su cuerpo, y sin pensarlo, agarró a su amigo por el cuello de la camisa, apretando con toda su fuerza mientras sus ojos lanzaban chispas de rabia.—¡¿Qué le hicieron a Tory?! —gritó, su voz vibrando con el dolor de lo que acababa de descubrir.El joven, sorprendido y temeroso, levantó las manos, intentando calmar a Joel.—¡No hice nada! —respondió, pero su miedo era palpable, casi podía tocarse en el aire.Pero Joel no estaba dispuesto a escuch
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