El día había llegado, y la luz del sol se filtraba a través de las grandes ventanas de la iglesia, iluminando los rostros de los presentes. Para Aurora y Álvaro, era el día que habían esperado tanto tiempo, un día que representaba no solo un matrimonio, sino también una nueva vida juntos, libre de secretos y mentiras. El momento era perfecto, la iglesia decorada con flores blancas y toques verdes que complementaban la pureza de su amor.Aurora, con una calma serena, no podía dejar de mirarse en el espejo mientras sostenía en brazos a su hija, Juana. Juanita dormía plácidamente, envuelta en un pequeño vestido de encaje blanco, un símbolo de la nueva vida que ellos dos habían construido juntos. Aurora acarició su cabello suavemente antes de volverse hacia Álvaro, que se encontraba a su lado, impecable en su traje, y la miraba con esos ojos que solo él tenía para ella, llenos de amor y complicidad.—Te ves tan hermosa, Aurora —dijo Álvaro, su voz cargada de emoción.Aurora sonrió, sus oj
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