El sol entraba tímidamente por las cortinas, iluminando la habitación con una luz suave. Vanessa se estiró en la cama y sonrió al ver a Alex durmiendo a su lado, con el cabello revuelto y el pecho descubierto. No podía negar lo increíblemente atractivo que era, pero lo que más le gustaba de él era lo que sentía cuando estaban juntos. Habían pasado por muchas cosas, pero en ese momento, sabía que era el indicado. Se levantó con cuidado, sin despertarlo, y bajó a la cocina con una idea clara en mente. Hoy haría oficial su relación. —Ven, Nico, necesito tu ayuda —susurró, mientras el perro la seguía moviendo la cola. Preparó un desayuno especial: café, tostadas con aguacate, frutas y un croissant con chocolate, su favorito. Luego, con una sonrisa traviesa, subió la bandeja a la habitación y se acomodó a su lado en la cama. —Alex… despierta. Él gruñó, removiéndose entre las sábanas. —Cinco minutos más… Vanessa rodó los ojos y tomó un pedazo de croissant, pasándoselo suaveme
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