New York, USA7 meses despuésEsa tarde era cálida, aunque la noche ya comenzaba a bañar el cielo con su oscuro manto, un aire proveniente del sur aplacaba la frialdad de la noche.Miró hacia el cielo, contempló las estrellas en medio de su lento andar y nuevamente dejó ir una lágrima, una traicionera y rebelde.Detuvo su andar en medio de aquel cementerio, contempló la lápida de mármol esculpido que se alzaba sobre la tierra y se dejó caer sentado junto a ella. Depositó sobre la tierra las flores blancas que llevaba cada semana, retiró las que ya estaban marchitas y las lanzó lejos. Contempló la inscripción en la lápida y deslizó lentamente su dedo sobre las escrituras del nombre.—¿Por qué hiciste eso, Ekaterina? —susurró Nathan como si aquella allí dentro, pudiera escucharlo—. Me haces cargar con el peso de haber causado tu muerte, me engañaste.Los acontecimientos de meses atrás no dejaban de repetirse como un bucle infinito en la mente del espía. Los gritos ordenándole que dispar
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