Daniel Pérez y su amante, Mariana Jiménez, se pusieron el paracaídas doble, atados firmemente. Él la llevó a un aterrizaje seguro, mientras yo, al ver que solo quedaba un paracaídas, me invadió de repente el pánico.En la parte superior había un gran agujero, y el culpable había dejado la aguja, como si me desafiara: Prepárate para morir.El globo aerostático flotaba sobre el acantilado, y eché un vistazo al abismo.Tal como ellos deseaban, me lancé desde mil metros de altura, con el bebé en mi vientre.La intensa sensación de ingravidez arrancó mi alma de mi cuerpo. Mi espíritu flotaba en el aire, observando mi propio cuerpo, sin poder hacer nada. Y mi cuerpo atravesaba la densa neblina, precipitándose hacia la muerte.Los recuerdos del pasado volvieron a mi mente.Cuando recién aprendí a saltar en paracaídas, quedé embarazada. Tenía planeado darle la sorpresa a Daniel en su cumpleaños, pero ahora parecía que a él no le importaba. Justo antes, no dejé de suplicarle:—¡Realmente estoy
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