Capítulo 8
Mi corazón, sin embargo, estaba en calma mientras lo observaba. Si tuviera la oportunidad de responderle, definitivamente diría:

[Incluso en la próxima vida, no quiero verte.]

Tal vez fue la partida de Mariana, o tal vez mi ausencia, que irritó a Daniel. Él conducía directamente al funeral.

El personal estaba arreglando mi apariencia, mientras mi madre y Violeta lloraban a mi lado.

Al ver mi cuerpo, Daniel quedó completamente atónito. Cuando intentó acercarse, la policía lo detuvo.

—No se acerquen al cuerpo si no son familiares —dijo.

—¡Esa es mi prometida! —las lágrimas rodaron por sus mejillas mientras gritaba casi sin control.

La policía, con un gesto de mi madre, finalmente lo dejó pasar. Daniel llegó frente a mi cuerpo y miró mi rostro inusitadamente pálido; no era el juego ni el sueño, era una muerte real.

La cruda realidad lo dejó completamente desmoralizado; se derrumbó y se arrodilló.

—Natalia, esto no es verdad, no lo es... —movió sus labios con dificultad. Levantó su mano te
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