Si bien esto era lo que me imaginaba y lo que buscaba, igual me duele el corazón.La imagen de Lucas sigue dando vueltas en mi cabeza. Aunque llevamos poco tiempo de conocernos, tengo grabados cada uno de sus gestos, sus sonrisas y esa manera tan elegante de moverse.Me quedé un rato sumida en la tristeza, pero cuando vi la hora me tuve que sacudir la pena, agarrar mis cosas y salir corriendo al hospital.Enfrentarme a los Navarro iba a ser otro dolor de cabeza. En este momento no tengo cabeza para asuntos del corazón, mejor dejo que el tiempo se encargue de borrarlos.Cuando llegué al hospital, vi que Mariano y Carmen ya andaban sueltos, seguro por las influencias de Antonio.Isabel, tal como me habían dicho, estaba hecha un desastre.La tenían en cuidados intensivos, conectada a un montón de aparatos, enredada entre cables y tubos, con una sonda de oxígeno en la nariz, amarilla como un limón y con la mirada apagada.Al verme entrar, volteó la cabeza despacito y me clavó una mirada ll
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