VICTORIA Con cada hebra de cabello que caía sentía un peso menos, uno que sabía volvería a crecer sin importar cuando lo quisiera quitar. Cuando ya no vi nada de ese color me dejé caer al suelo, llorando, clavando mis uñas en la piel. Me dolía, dolía demasiado lo que perdí. Perdí a Ben, perdí a Lucien, lo volví a perder todo y esta vez fue por mí, pero que más podía hacer, aunque me duela, debo aferrarme a la idea de que fue lo mejor. Él iba a matarme tarde o temprano cuando completáramos la unión, cuando se diera cuenta de lo que soy. Mi propia loba me lo dijo. Me levanté y volví a lavarme la cara y salí de aquella habitación, debía irme, irme lejos, muy lejos. Cuando bajé, vi a Daniel con una sonrisa y un ramo de flores. —Daniel... —No digas nada, solo ven conmigo, quiero mostrarte algo. Me tomó de la mano dándome el ramo y luego me jaló hasta un jardín de gardenias, las flores favoritas de mi mamá. —Es muy bonito— dije, alejándome de él, recordando los días e
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