25 de diciembreBASTIAN. Estoy demasiado feliz, ahora mismo duerme sobre mi pecho la mujer más bella del mundo. En silencio hago un juramento, y es que nada ni nadie harán que yo me separe de ella. Somos el uno para el otro y la amaré hasta mi último suspiro. Acaricio su cabello, admiro y detallo cada una de las facciones de su rostro, sus labios, todo de ella es perfecto, ella es una diosa, ¡mi diosa!—¡Buenos días, novia mía! —saludé con un beso en la frente cuando ella abrió sus ojos.—¡Buenos días, madrugador! ¡Ah! —exclama al intentar estirar su cuerpo.—¿Qué pasa, te duele algo? —pregunté. Casi sabiendo la respuesta, ella quiso moverse en la cama, pero no pudo hacerlo del todo bien.—Señor Cantoral, ¡todavía tiene el valor de hacerme esa pregunta cuando sabe muy bien cuánta energía gasté esta madrugada, además de que es un completo semental que no me dejaba ni descansar para luego iniciar otra ronda! Usted es el culpable de que ahora no me pueda mover. —Me acusa.—No es para ta
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