SamanthaLorenza me mira expectante, esperando a que diga algo. Yo, por mi parte, estoy muda, incapaz de procesar su pregunta. ¿De verdad dijo eso? Salió demasiado directa, y ella no suele ser así.Estoy a punto de responder, pero justo en ese momento aparece Marcos, interrumpiendo la conversación en el mejor momento posible.—Sam, te traje esto para que estés más cómoda —dice mientras se acerca con algo de ropa en las manos. Sin embargo, se detiene en seco al notar la presencia de Lorenza.—¿Le vas a dar de mi ropa? —le dice ella, con una sonrisa burlona que rompe la tensión del momento.—Es solo un préstamo —responde él, extendiéndome la ropa.—No es necesario, estoy en la playa —respondo, intentando rechazar la oferta.—Acéptala, ¿no ves que él quiere que te la pongas? Ya que estás demasiado sensual, y seguro que no puede evitar mirar semejante monumento de mujer que eres —dice Lorenza, soltando una risita traviesa.—Te estás pasando, Lorenza. Cállate —espetó Marcos, molesto.—¿Qué
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