Me incorporo con suavidad de la cama y, rápidamente, me dirijo hacia el baño. Al mirarme en el espejo, lanzo un grito al ver mi cuerpo marcado por moretones y chupetones. Ahora comprendía mejor por qué Alexander se había encolerizado, pero, de alguna manera, no me sentía culpable, pues él me había traicionado primero con Arlette. Al caminar hacia el baño, un dolor punzante recorre mi cuerpo, especialmente en el estómago, como si puñales me atravesaran. Es tan intenso que no puedo evitar caer al suelo de rodillas. —Coc, coc, coc —tosía sin poder evitarlo. De repente, empiezo a sudar y a vomitar sangre. En ese instante, recuerdo las indicaciones del médico: debía descansar y cuidarme más de ahora en adelante. Me había aconsejado que ingresara al hospital en los próximos días debido a mi enfermedad, pero, por supuesto, no lo haría. Si iba a morir, preferiría no pasar mis últimos días en un hospital, como si fuera una condenada. Viviría al máximo, aprovecharía cada momento, como si fuera
Leer más