Envuelta en el cariñoso abrazo del castaño, y por el cansancio del día, Alisson pronto empezó a cabecear.—Papi, ¿me puedes llevar arriba a dormir, por favor? —preguntó inocente la pequeña, aunque aquello era algo muy íntimo.Él frunció el ceño y miró a Hannah y a sus padres, que aceptaron sin decir mucho.La levantó y ella apoyó la cabeza en su hombro, se despidió de sus abuelos y el muchacho la llevó escaleras arriba en compañía de Hannah.Una vez en el cuarto, la recostó y arropó, tal como lo haría un padre real, y le acarició la cabeza al verla bostezar y con los párpados pesados.—Hoy tuviste un día ajetreado, ¿eh? —bromeó Andrew y se sonrió.La nena correspondió a esa sonrisa con un ligero asentimiento y, aferrándose a la colcha, quizá un poco nerviosa, le dijo:—Gracias por ayudarme hoy, papi, te quiero mucho. Tú eres mi único papi, nadie más, ¿entiendes?La impresión y una inmensa calidez se regaron a partes iguales en el interior del castaño, seguida de una auténtica emoción
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