Al escuchar la orden de la mujer, inmediatamente iniciaron el livestream, arrastrándome a la fuerza frente a la cámara. Con un dolor intenso en el vientre, les supliqué: —Por favor, llamen a un médico, les daré lo que quieran, solo déjenme ir...—. Pero ellas ignoraron completamente mi vida o muerte, sujetándome con fuerza para que mirara hacia la cámara.En la pantalla, mi rostro estaba cubierto de sudor, con los labios morados y la piel pálida. Me sujetaba el vientre con ambas manos mientras las contracciones se hacían más frecuentes, mi cuerpo convulsionando de dolor. Miré suplicante a la mujer más cercana a mí, rogando nuevamente: —De verdad estoy a punto de dar a luz, por favor ayúdeme...La mujer resopló con desdén y me dio una bofetada, apuntando la cámara a mi rostro: —Esta es la zorra que se atrevió a robarle el prometido a la hija del hombre más rico. Hoy, con la heredera presente, nosotras las matonas le enseñaremos cómo debe comportarse—. Después de decir esto, una de ellas
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