51. Al fin II
Observarla así, le hizo pensar en cuanto quería jalar su cabello y tomarla en sus brazos para poder devorar esa boca, que cada que la veía lo invitaba a fantasear. Sam giró y al observarlo perdido con la mirada fija con un brillo en sus ojos, un escalofrío la recorrió, atribuyéndolo a lo vacío que estaba el lugar. Lo más inteligente era poner algo de distancia para controlar los deseos de cargarla y tomarla allí mismo contra cualquier pared o aún mejor frente al ventanal, dominante, por supuesto, que era un cabrón en la alcoba. —Necesito que me acompañes a la recámara o perderemos esta vista. Sam lo pensó un poco, es que el hombre lucio como todo un depredador y no se equivocaba, pero ese depredador haría cualquier cosa por ella, entre eso jamás la forzaría a nada. Al fin ella suspiró y avanzo —muy bien, solo espero que sea tan espectacular como la que acabamos de apreciar. Ojalá que no sea una de esas líneas para llevar a las féminas a tus dominios. Al entrar ella constató que
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