Emma besó a Evan con efusividad antes de marcharse. Su corazón latía con fuerza mientras lo miraba a los ojos, sintiendo un remolino de emociones. Aunque intentaba mantenerse firme, la ansiedad de lo que podía esperarle en ese encuentro con Leonardo la invadía. Evan, percibiendo su agitación, le dio un último abrazo de aliento y susurró.—Recuerda, estoy contigo en todo. Has lo que estimes necesario y si te amenaza con cualquier cosa, tú solo mándalo al demonio, que no tiene cómo ganar.Emma asintió y, con una última mirada, se despidió de su esposo. Con su hija, Eva, en brazos, fue al encuentro de su hermana Emilia y Matthew, quienes la esperaban para ayudarla a cuidar a la pequeña. Emilia, al recibir a hermosa sobrina, le sonrió con ternura, dándole un ligero apretón en la mano, entendiendo que Emma no solo dejaba a su hija
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