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Todos los capítulos de Alaric Kaiser : Capítulo 131 - Capítulo 136
136 chapters
131. Inapropiado
|Dorothea Weber|Aquí, en la mansión de Lin, todo es alegría con esta celebración que se ha organizado para nosotras tras anunciar la noticia de nuestros embarazos. Como si fuera poco, también estamos celebrando su compromiso con el ogro de Alaric.Artem me observa de reojo desde su lugar, cerca de unos arbustos, mientras conversa con Alaric. Yo aparto la mirada, aún molesta con él desde hace días. Lo estoy castigando por su atrevimiento. ¿A quién se le ocurre cambiar mis anticonceptivos sin decirme nada? Está completamente loco.—¿Sigues molesta con tu esposo? —pregunta Lin, riendo. —Parece un cachorro regañado.—Y con razón —gruño—. Se lo ha buscado.Lin suelta una carcajada mientras disfruta unas uvas verdes con sal. Al verlas, el antojo me ataca y le robo unas cuantas.—La mansión que compró Artem es preciosa. Ven a visitarme —le digo, haciendo una mueca por la cantidad de sal en las frutas—. No quiero aburrirme sola en ese lugar tan grande.—¿Ya te mudaste?.—Sí. Mis padres me ay
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132. Te amo
|Aisling Renn| Mi boda está a la vuelta de la esquina, y parece que Alaric está más emocionado que un niño en tienda de jueguetes. Ha querido adelantar todo, y yo no sé si es porque está ansioso por casarse o porque quiere asegurarse de que no me dé tiempo de cambiar de opinión. Zelda, por su parte, está encima de mí como un detector de metales, preguntando cada cinco minutos por el "pequeño intruso" que llevo en el vientre.Hoy despierto con unas náuseas que podrían clasificarse como ataque químico. Miro a mi lado, pero Alaric ya no está. Seguro que se fue a trabajar. Últimamente llega tarde a la mansión, y yo, con mi romanticismo de telenovela, me quedo dormida esperándolo. Claro, tiene que ponerse al día con sus negocios, lo cual es parcialmente mi culpa porque, bueno... el amor y los antojos lo tuvieron distraído por un tiempo.A veces fantaseo con visitarlo en su empresa, porque, honestamente, nunca he puesto un pie allí. Pero con esta ola de paparazzis y periodistas que nos sig
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133. El gran día
***Hoy es mi boda. Inhalo profundamente y exhalo, tratando de calmarme, pero el nerviosismo sigue ahí, mezclado con una felicidad tan intensa que me desborda. Es el día que hemos estado esperando con tanto anhelo, y no puedo creer que finalmente haya llegado.—Cielo, ¿cómo vas ahí dentro? —pregunta Zelda desde el otro lado de la puerta, su tono impaciente pero lleno de cariño.—Está casi lista —responde una de las estilistas mientras ajusta los últimos detalles de mi atuendo.—Ya voy, solo unos minutos más —digo, intentando sonar tranquila, pero mi sonrisa nerviosa me delata. La estilista me mira con comprensión y asiente con una calidez que logra tranquilizarme un poco.—Se ve como un ángel —dice con una sonrisa sincera—. Todo saldrá perfecto.Le agradezco con una ligera inclinación de cabeza, sintiendo mis ojos humedecerse.—Mire cómo ha quedado —añade mientras me gira hacia el espejo, ajustando con cuidado los últimos pliegues del vestido.Cuando me veo reflejada, mi respiración s
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134. Luna de miel
Casi muero durante ese viaje, pero no por otra razón que la frustración. Fueron catorce largas horas desde Berlín hasta el aeropuerto de Malé, la capital de Maldivas. Desde allí, abordamos un hidroavión rumbo a Rangali Island, donde nos dirigimos directamente al Conrad Maldives.Rangali Island es un pequeño paraíso en medio del Océano Índico, parte del atolón Alif Dhaal, a unos 100 kilómetros al suroeste de Malé. Todo lo que ves al llegar parece salido de un sueño: aguas cristalinas en tonos turquesa que se extienden hasta donde alcanza la vista, arenas blancas y finas como polvo de talco, y una vegetación exuberante que cubre las pequeñas islas.El ambiente es puro lujo tropical. No hay carreteras, ni ruido, ni el bullicio de las ciudades. Aquí, el único sonido que te acompaña es el suave romper de las olas y el susurro del viento entre las palmeras. El cielo es un lienzo cambiante que pasa de un azul brillante durante el día a un espectáculo de estrellas por la noche.Nuestra villa
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135. Princesa Svetlana
[...] |Artem Zaisetv| —Esto es una mierda —escupo, mirando con desgano el desastre que he creado. No he avanzado ni un milímetro. Sigo siendo un desastre ambulante.Roco suspira a mi lado, y puedo sentir cómo pasa una mano por su cara, como si estuviera a punto de hacer una declaración solemne sobre lo mal que todo va. Lo miro con una mirada que podría derretir acero.—Otro intento —me dice, intentando infundir algo de esperanza—. Seguro que lo logras esta vez.Mentira. No, lo dudo mucho. No puedo con un maldito muñeco. Es tan pequeño que me hace pensar si mi bebé vendrá con el mismo tamaño en las manos. Y los pañales de tela, Dios, parece que los estoy usando para hacer un collage abstracto en lugar de para algo funcional.—Tú —señalo a uno de mis subordinados, entre los seis que están en la sala—. ¿Estás casado o tienes hijos?—Sí, señor —asiente.—¿Qué haces que no me ayudas? Los tutoriales sirven menos que para limpiarme el culo —gruño—. Ven aquí.El tipo asiente nervioso y se a
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136. Gemelos Kaiser-Final
|Aisling Renn| Tengo una amiga con un sentido del humor demasiado retorcido. Lleva una semana contándome lo doloroso que fue su parto, solo para asustarme. Sabe perfectamente que estoy esperando gemelos, mi primera vez enfrentando la maternidad, y la vida no me lo pone fácil. Alaric no pudo haber sido más certero al embarazarme.Tomo a la pequeña Svetlana de su cuna y la acuno en mis brazos, acariciando sus suaves mejillas. Es preciosa, con los ojos de Artem y la misma carita de Thea en versión miniatura. Una auténtica princesa. Hoy es su gran día, ya que mi entusiasta amiga no quiso esperar ni un mes, apenas una semana, para organizar una fiesta en su honor.He pasado la mayor parte del evento sentada, observando. Estamos en el jardín trasero, decorado con esmero y con una gran piscina en el centro. Solo amigos cercanos y familiares están aquí. Artem está exultante, no ha dejado de presumir a su hija con todos. No lo culpo; estoy segura de que Alaric hará lo mismo cuando nazcan nues
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