Luna se había quedado en las nubes, sin saber cuánto tiempo había pasado. De repente, una voz sonó a su lado.—¿Qué pasa? Pareces un poco triste.La voz, con un tono algo ligero, le resultaba familiar. Al girar la cabeza, se encontró con Rafael. Este mujeriego había vuelto. Aquellos que viven sin preocupaciones, a menudo ociosos, realmente se sienten demasiado cómodos.—Si tienes algún problema, cuéntamelo. Si no, esta noche te llevaré a divertirte un poco, y te aseguro que todos tus problemas desaparecerán —Rafael se acercó, bromeando.En realidad, él había notado a Luna desde hacía un rato. Aunque había estado alejado cuando Leandro y Celia estaban allí, no sabía de qué estaban hablando. Sin embargo, después de que ambos se marcharan, no pudo evitar acercarse. Al verla en un estado de ensueño, con una expresión perdida, sintió una punzada de compasión.—Oye, ¿sabes que con esa cara atraerás a cualquier hombre? ¿Qué pasa, belleza? No me digas que realmente te gusta Leandro —Rafael lo
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