Capítulo 37NicolásMe encontraba terminando de cargar los últimos bloques de pasto para los caballos, cuando de la nada siento un peso sobre mi espalda. No había que ser un experto para saber que se trataba de la niña de mis ojos, quien desde muy pequeña cada vez que tenía oportunidad, siempre saltaba sobre mi espalda para fingir que yo era su caballo. – Oye, ya no eres una niña pequeña. Debo decirte que pesas demasiado, así que bajate de mí – digo de inmediato para molestarla un poco.– No seas pesado, Nicolás – dice mientras golpea mi hombro, pero no se baja de mí – ¿Qué no sabes que es de mala educación meterse con el peso de las mujeres? Además, tengo que aprovechar para que me cargues ahora que estás bueno porque después serás un viejo y no podrás conmigo.– ¿Pero qué dices mocosa? Este cuerpo jamás va a envejecer y siempre estará aquí para cargarte cada vez que desees.– Bueno, más te vale que sea así, aunque ahora cambiando un poco de tema. Me gustaría hablar contigo seriamen
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