Estoy sentada en el balcón y escucho los pasos de alguien. Es Ronan, su olor llega hasta mis fosas nasales. Ni siquiera entiendo por qué tengo mejor visión o mejor olfato, incluso escucho a lo lejos. Ya no sangro de la nariz, me siento mucho mejor y con más fuerza. Mi agotamiento físico se ha disminuido y eso me gusta, pero me asusta en cierto modo. ¿Por qué estoy sintiéndome tan bien de repente? De vez en cuando siento un hormigueo extraño dentro de mí, aunque lo ignoro. Suficientes problemas tengo.Me prohibieron comer cosas que me hagan engordar, ahora debo llevar una dieta, porque según mi madre, una luna no puede tener libras de más, pero sé que no es por eso, quiere que me siga viendo demacrada y enferma, que siga siendo el hazmerreír.—¿Qué tanto piensas?—me pregunta Ronan, deteniéndose en el marco de la puerta con los brazos cruzados. Suspiro y espeto sin voltear el rostro, no quería mirar su cara enferma.—Nada, tengo hambre, es solo eso— da unos pasos y se sienta frente a mí
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