Después de saber que solo habíamos sobrevivido dos personas, desperté cada día con un pensamiento; Cristhian estaba muerto. Yo seguía aquí. Pasaban las horas y yo me sentía atrapado entre sábanas ásperas y recuerdos que dolían más que las heridas, preguntándome si Dayana, Sarah, Ryan o alguien sabría que sobreviví. Me estarían buscando? Aquellos sentimiento me consumían por dentro, no tenía con quien hablar, excepto con Priya, ella era la única persona que me dirigía la palabra. A mí no me apetecía hablarle, pero ella tenía una paciencia interminable, no entendía por qué la desperdiciaba conmigo. Parecía estar decidida a animarme y yo estaba decidido a llevarle la contra. —Podrías intentar comer algo —me dijo una mañana, dejando una bandeja frente a mí. —Podrías intentar no hablar —respondí sin levantar la vista. Rodó los ojos y cruzó los brazos. Parecía que iba a insultarme, pero en lugar de eso se marchó en silencio, al día siguiente no apareció en todo el día, tenía turno en
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