Cuentista¿Ya les había contado acerca de la niña de cabellos dorados, ojos verdes y una sonrisa hipnotizante? Ella esperaba por su madre, quien le había prometido que se encontrarían en el bosque. Su sonrisa se opacaba y sus ojos esmeraldas se tronaban tristes, al presentir que su madre no llegaría. Se sentía abandonada y sin salida, pero para su fortuna, el niño de ojos grises estaba a su lado y su compañía le daba seguridad. —No estés triste. Mejor vayamos a buscar mangos para comer.—Pero no debemos salir de la cueva, sabes que nos podrían encontrar.—Ya revisé y la bestia no está por aquí, tampoco la señora fea.—Bueno... —aceptó, aunque no muy convencida. El chico empezó a desnudarse y ella se volteó para darle privacidad, cuando los sonidos le informaron que podía voltearse, ella se giró. Sonrió en el instante en que encaró al pequeño lobo gris, quien hacía movimientos con su cabeza para que ella se subiera sobre su lomo. La chica obedeció llena de alegría, ya que sentir el
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