—Lisandro, hijo, por favor, hablemos…—Berenice, ya no más. Quiero que no digas ni una sola palabra porque yo he tomado una decisión—, espetó con firmeza.—Perfecto, señor Caristeas—, habla el abogado, al saber que está dispuesto a ceder a las peticiones de su cliente Georgiou.—Al despacho, por favor. Sígame, abogado. Lamento el escándalo—, señala hacia el pasillo que conduce hacia el despacho. Para Berenice, es una gran humillación bajar de rango luego de ser de la alta sociedad. Siente odio hacia Irene y piensa en las mil formas para que Lisandro no firme.Andrea, quien escuchó a escondidas, aprovecha que Berenice está de espaldas y sale como si nada. —Señora Caristeas, la cena está lista. ¿Desea cenar?—¿Me ves con cara de querer comer?—, pregunta con prepotencia.—Entendido, señora. Le pido permiso—. Aunque Andrea se muestra tranquila, está feliz al saber que Berenice perderá cierto poder económico.—¡Alto ahí!—, le ordena a Andrea, quien, antes de girarse, sonríe maliciosamente
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