Todos los capítulos de HIJA DEL SILENCIO. La heredera inesperada del magnate.: Capítulo 161 - Capítulo 166
166 chapters
Capítulo 161. Bienvenida inesperada.
Al llegar al hospital, el médico revisó a Amelia y al bebé, confirmando que ambos estaban en perfectas condiciones. La alegría en el rostro de Alejandro era evidente mientras acompañaba a su esposa y a su hijo hasta la habitación privada que les asignaron. Allí, por fin pudieron relajarse después de la intensidad del parto en casa.Unas horas después, Esmeralda y Anaís llegaron para conocer al nuevo miembro de la familia. La emoción de Anaís era palpable; apenas podía contener su entusiasmo cuando vio a su hermanito envuelto en suaves mantas blancas. —¿Puedo alzarlo? —preguntó la pequeña con una mezcla de curiosidad y emoción, mientras miraba con asombro al pequeño rostro que apenas había llegado al mundo.—Claro —dijo Amelia.—Ven y te ayudo mi niña —se ofreció Esmeralda,Con cuidado, su abuela se lo puso en los brazos, mientras Anaís no dejaba de sonreír emocionada.—¿Cómo vamos a llamar a mi hermanito? —preguntó Anaís, sus ojos brillando conmovida, sin apartar la vista del bebé.A
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Capítulo 162. El primer encuentro entre hermanos.
La llegada prematura de la hija de Sergio y Naomi se convirtió en una carrera contra el tiempo. Sergio, a pesar de su carácter fuerte, sintió los nervios a flor de piel mientras caminaba con su esposa a la sala de emergencias. El personal médico los vio, y fue a su encuentro con rapidez y profesionalismo, y Naomi, aunque asustada, trataba de mantenerse calmada mientras Sergio le ofrecía palabras de apoyo.—Tranquila, mi amor, te prometo que todo estará bien.Alejandro, que había decidido acompañarlos hasta la sala de emergencias, le dio a Sergio una palmada en el hombro y le susurró al oído.—Escucha, amigo, no vayas a ver nada que no sea a tu mujer mientras está pujando, ¿me entiendes? Te lo digo en serio. Si te atreves a mirar… vas a acabar en el suelo, igual que yo. No me hagas quedar mal, ¿de acuerdo? —dijo Alejandro, intentando romper la tensión con una sonrisa burlona.Sergio asintió con una media sonrisa, consciente de que Alejandro tenía razón. Sabía que su amigo había tenido
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Capítulo 163. Una madre conflictiva.
Días después.Tras unos días de recuperación en el hospital, Naomi y su hija recibieron el alta médica. Alejandro y Amelia ofrecieron a Sergio y su familia un ala de su casa para que pudieran recuperarse y descansar sin prisas, algo que Sergio aceptó con gratitud, sobre todo porque no quería arriesgarse en volar con ellas hasta Houston, porque quería estar seguro de que estaría bien. Así que habilitó el espacio, teniendo que adquirir muchas cosas que ya tenían en su casa, pero que eran necesarias para la comodidad de su hija y Naomi, porque la princesa quiso nacer en Nueva York. Además, deseaba que su esposa estuviera cómoda y bien atendida, especialmente después del esfuerzo que significó el nacimiento de su hija.Cuando llegaron a la casa, los cuatro, las dos madres, Apolo y Nohelia, como le habían puesto a la pequeña, Alejandro y Esmeralda, los estaban esperando. Habían organizado una pequeña fiesta de bienvenida para celebrar la llegada de los bebés.Adornaron la sala principal
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Capítulo 164. La decisión final.
Naomi contuvo la respiración, su corazón latiendo con fuerza ante la revelación de Marina. La tensión en la habitación era palpable, como si el aire mismo se hubiera vuelto denso y pesado. Sergio, por su parte, se quedó inmóvil, su rostro una máscara de incredulidad.—Pueden ir a la habitación contigua y así hablan con comodidad —expresó Alejandro mientras los guiaba a un salón donde los dejó a los cuatro y se llevó Alexandre,—¿Crisis? —murmuró finalmente Sergio, su voz apenas audible—. ¿Cómo es posible? Las empresas Castillo siempre han sido...—Invencibles, lo sé —interrumpió Marina, su voz quebrándose ligeramente—. Pero los tiempos han cambiado, hijo. Necesitamos tu visión, tu talento. Sin ti, todo por lo que hemos luchado se desmoronará.Naomi observó a su esposo, notando cómo sus hombros se tensaban bajo el peso de la confesión de su madre. Conocía demasiado bien esa mirada en sus ojos, esa lucha interna entre el amor por la empresa familiar y lo nuevo que había construido con s
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Capítulo 165. El comienzo de siempre.
El tiempo fue pasando rápidamente, y en un abrir y cerrar de ojos, se cumplió el primer año de vida de Apolo y Nohelia. Las familias Valente y Castillo, que se habían mantenido en contacto constante, aprovecharon la ocasión para reunirse en Houston, en la casa de Sergio y Naomi. A pesar de la distancia, la amistad entre ellos se había intensificado, fortalecida por experiencias compartidas y el cariño que unía a los más pequeños.Ese día, la casa de los Castillo lucía decorada de manera encantadora. Globos de colores adornaban los jardines, y una mesa repleta de dulces y pasteles temáticos recibía a los invitados. Las risas y las conversaciones llenaban el aire, enmarcando la celebración con un ambiente cálido y acogedor. Sergio y Naomi, anfitriones orgullosos, no podían ocultar la alegría que sentían al ver a todos reunidos para celebrar la vida de los pequeños.Esmeralda, radiante y con una sonrisa constante, estaba acompañada por su nuevo esposo, el doctor Garniel, con quien se
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Capítulo 166. Epílogo. El valor de los sueños compartidos.
Pasaron seis años, llenos de cambios, crecimiento y un sinfín de recuerdos entre Houston y Nueva York. La empresa de Sergio había crecido con fuerza, atrayendo el interés de grandes inversionistas internacionales. Así llegó la oferta de una transnacional asiática que prometía llevar su empresa al siguiente nivel. La oportunidad era única y aseguraba un futuro próspero, pero tenía un costo: para lograrlo, Sergio tendría que mudarse con su familia durante seis años. Una tarde, mientras Sergio se encontraba en su oficina, sopesando las implicaciones, sus pensamientos fueron interrumpidos por Naomi, que, percibiendo su tensión, se acercó y le abrazó suavemente por detrás.—Mi amor, ¿qué te preocupa tanto? —le susurró—. ¿Sabes qué puedes contarme?Sergio sonrió, agradecido por la intuición de su esposa.—¿Cómo haces para saber siempre lo que me pasa? —le preguntó con una media sonrisa.Naomi rió suavemente.—Es porque te amo demasiado, y presiento lo que te ocurra, así que no hay nada qu
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