Todos los capítulos de LOS TRILLIZOS SECRETOS DE MI JEFE: Capítulo 41 - Capítulo 50
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CAPÍTULO 41
Aria Durante las últimas horas me dedico a revisar que no me olvide de nada de lo que debo llevar, también a descartar algunas cosas, pues siempre he tenido la tendencia a llevar cosas de más cuando voy a viajar. Aquello siempre me ha salvado de diversos problemas e inconvenientes que surgen durante cualquier viaje. Sin embargo, esta vez llevar cosas de más puede ser mi perdición. Jackson analiza mi habitación y mi clóset, con una mano en la mejilla.—Aria, sé que te va a sonar a una locura, pero creo que no deberías llevarte un solo estilo de ropa. —¿Qué?—Lo que quiero decir es que no sé cómo es que funciona la mente de tu jefe, pero si es una persona quisquillosa y deductiva, podría querer pasar a ver si estás allí y revisar. Que dejes cosas para un solo clima podría hacerlo sospechar sobre cualquier destino al que pienses ir. Miro a Jackson, estupefacta. Es demasiado fan de las películas de detectives. —Creo que mi jefe sí es una persona analítica, pero dudo que llegue a tanto
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CAPÍTULO 42
Jackson Dejar ir a Aria es una de las cosas más horribles que he tenido que hacer en mi jodida vida. Quiero ser muy fuerte, pero lo cierto es que siento que fallé como hermano mayor, que rompí la promesa que les hice a mis padres en ese triste funeral sin cuerpos o tumbas a las cuales llorar. —Jackson, hiciste lo que pudiste —me trata de consolar mi osita cuando vamos a sentarnos en la sala—. No podías hacer otra cosa. —Debí cuidarla más —digo sin poder controlar las lágrimas y sin poder alzar el rostro o enderezarme. Stacy acaricia mi espalda. Debería decirle que no lo haga porque no lo merezco, pero nunca he sido capaz de rechazar su amor, menos cuando lo necesito. —No, no digas eso, osito —me dice con tristeza—. Eres el mejor hermano, y vas a ser el mejor padre de todo este mundo.—Espero que la volvamos a ver —sollozo—. Mi hermanita. —Claro que lo harás —me asegura. Esta vez sí la miro.—¿En serio? Si tú dices eso, entonces te voy a creer. —¿Quieres que te lo diga en la cama
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CAPÍTULO 43
AlecUna cosa que he descubierto gracias a que mi aparato reproductor no funciona con Natasha, es que ella es soberanamente aburrida y superficial. O, si es interesante, no lo saca a relucir conmigo y se comporta como una novia desvalida y que requiere cada instante de mi atención. Mi único descanso es la ducha, pero ella se las arregla para llegar a la puerta y hablar sobre sus próximos proyectos y sobre la boda, la cual es posible, como le dije a Aria, que sea en junio.No veo la hora de tener aquel patrimonio en mis manos y controlarlo para hacer de él algo inimaginable, pero al mismo tiempo no quiero que llegue ese día. Casarme con Natasha es algo que quiero mucho menos con el tiempo y cuanto más me involucro con Aria, a quien no pude atenderle la llamada que me hizo porque Natasha me quitó el celular para que la masturbara. Fue muy desagradable, pero tuve que hacerlo, ni siquiera pude imaginar a Aria para poder excitarme. Lo único que quería era que se corriera y lo hizo tras diez
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CAPÍTULO 44
AlecNo nos toma demasiado tiempo el llegar a la residencia de la abuela, la cual está decorada desde la entrada con muchas guirnaldas que delinean el camino, el cual desemboca en una rotonda, en medio de la cual hay una fuente de mármol que está allí desde la construcción de la mansión, o sea, dos siglos atrás. Esa es la única parte de la casa que jamás ha sido cambiada, solo se le da el debido mantenimiento.—Julia es tan espléndida —dice Natasha—. Tiene un buen gusto.—Sí, lo tiene —asiento—. Aunque me parece un poco... ostentoso para lo que vamos a hacer.—¿Qué?Natasha me mira como si me hubiera vuelto loco. Y no hay dudas, eso es lo que me está pasando. Mi mente no deja de rebobinar esa grabación de Aria y tampoco deja de preguntarse qué quería decir con eso.Van a ser una completa tortura estas malditas horas.—¿Ostentoso? —pregunta incrédula—. Para ti nunca nada es suficiente, ¿y me dices que esto es ostentoso? ¿No te parece importante la ocasión? Vamos a anunciar nuestro compr
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CAPÍTULO 45
Alec Mi madre me llama cuando yo ya he emprendido la marcha hacia la casa de Aria, a donde quiero que John vaya a buscarla. Me quedó claro que no se fue con él porque John estaba tan desconcertado como yo. Ella se largó con alguien más, dijo que estaríamos con las personas que se supone que debemos estar. ¿De qué demonios hablaba? Espero que no sea nada cercano a los destellos que me lanza mi cabeza. Apenas y puedo controlarme para no estrellarme contra cualquier auto, dado que no paro de hacerme preguntas que espero que pronto tengan respuesta. Las llamadas de mi madre se repiten una tras otra, pero sigo ignorándolas. —No te voy a contestar, vete al demonio —digo entre dientes, sin apartar la vista de la calle, la cual me parece borrosa por momentos—. Aria, no te puedes ir, claro que no, no puedes, no. Las llamadas ya no son de mi madre, sino de Natasha, que debe preguntarse por qué escapé de nuestra fiesta de compromiso. Me espera un gran problema con ella, pero no me importa en
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CAPÍTULO 46
AriaLa primera parte del plan es ir a un hotel en donde voy a quedarme toda la noche esperando a Julia. Ante el chófer no me permito derrumbarme, aunque ciertas lágrimas traicioneras se me resbalan cada poco tiempo. Estoy angustiada, llena de dolor e incertidumbre por todo lo que va a pasar a partir de ahora. Ni siquiera cuando mis padres murieron quise dejar mi hogar. Los recuerdos siempre han sido dolorosos, pero jamás pensé en apartarme de ese sitio, de mi familia. Hoy tengo que hacerlo, aunque no quiero, ya que la persona que me hace huir podría arrebatarme, de un modo u otro, lo más preciado que tengo y que son mis hijos.—¿Se encuentra bien? —me pregunta el chófer, el cual es calvo, pero tiene una mirada dulce y paternal que me reconforta.—Sí, estoy bien —le respondo—. ¿Cómo es que se llama?—Kai —responde—. La señora Elwood le dejó mi número telefónico en el comedor de la suite. Seré yo quien va a transportarla a donde necesite ir. Aunque siempre deberemos consultarlo con ella
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CAPÍTULO 47
AlecLas llamadas de mi madre, Natasha y mi abuela son cada vez más insistentes, por lo que termino gritando en medio del camino y lanzo mi celular, sin importarme una m****a la información que tengo ahí. Esa cosa no me sirve para localizar a Aria, así que no me importa.No voy ni al departamento ni al lugar donde ella iba a vivir. El único lugar al que se me ocurre ir es a mi oficina, en donde sé que no va a estar, pero en medio de mi locura tengo la esperanza de que me esté jugando una macabra broma, que ella esté esperándome allí todavía, que no se haya ido.—Tienes que estar allí, tienes que estar —digo pegándole al volante—. No me pudiste hacer esto, Aria, no. No puedes, tienes miedo de mí, de lo que puedo hacerte. No pudiste atreverte, no pudiste.Avanzo con paso errático por el estacionamiento cuando logro aparcar en cualquier sitio que no es mi lugar. Mi cuerpo se siente como si estuviera en un estado profundo de ebriedad, incluso me duele la cabeza y estoy mareado. Sin embargo
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CAPÍTULO 48
Aria Cuando abro los ojos, estos están atiborrados de lágrimas, pero no me muevo, sigo mirando hacia la ventana con las cortinas que dejan ver un poco hacia afuera. Todavía no amanece, pero está a punto, lo noto en la ligera iluminación. El conseguir dormir rápidamente después de que Julia me hiciera meterme en la cama no hizo que descansara. He soñado toda la noche con Alec, con su furia, con sus amenazas, pero también con su amor inexistente. Esos últimos sueños son los que están causándome el llanto, pues sé que algo así de maravilloso nunca podría pasarme, y si pasara él no tendría nunca la valentía de aceptarlo públicamente. Debo aceptarlo de una buena vez: yo solo fui la amante de Alec Elwood. Si me quedaba a su lado, no iba a poder a aspirar a más. Julia ya me ha explicado un poco acerca de lo que va a pasar en unas cuantas horas, cuando venga a buscarme para llevarme a su nueva residencia, esa en la que vivirá de forma intermitente conmigo para que no sospeche nadie de que
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CAPÍTULO 49
AlecPese a los esfuerzos de los guardias de seguridad por detenerme, ninguno lo logra y terminan dejándome hacer y deshacer a mi antojo. No solo acabo con mi piso y el de recursos humanos, sino también con muchos más. No me importa cuánto tenga que pagar después para reparar los daños, no me importan las pertenencias que los empleados dejan aquí. Si yo pierdo, quiero que ellos también lo hagan y que se hundan conmigo. —¿Quién llamó a la m*****a ambulancia? —grito enfurecido al escuchar las sirenas acercándose al estacionamiento.Los guardias me rodean y no puedo ver la verdad en ninguno de ellos, pero sé que alguno de estos bastardos asquerosos es el culpable. —Señor, usted está herido —me dice uno de ellos—. Debe… —¡¿Me vas a venir a decir lo que tengo que hacer?! Me acerco a él y lo empujo hacia la cajuela de mi auto. El tipo trata de mantener la calma, aunque se le ve furioso. —Anda, pégame —le ordeno riéndome—. Pégame, eso lo hará más divertido. —No, señor Elwood. —Estúpido
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CAPÍTULO 50
Aria Julia no se separa de mí después de lo ocurrido en la bañera. La pobrecita está angustiada por cualquier cosa que me pueda pasar y hasta debe venir uno de sus doctores privados para tomarle la presión y de paso revisarme a mí. Mientras que yo la tengo bastante baja, a ella se le ha subido y debe tomar una píldora para controlarlo. A decir verdad, me siento muy culpable, pero no digo nada para no complicar la situación y también porque no tengo fuerzas para hacerlo. Sigo muy asustada por esa alucinación que tuve, por lo real que fue y los sentimientos que eso despertó en mí. Pero lo más temible es que estuve a punto de morir, que si Julia no me salvaba iba a ahogarme. Mi amor por Alec Elwood me iba a matar. —La señorita ya está bien, pero debe evitar los episodios de estrés. Eso no es bueno para el embarazo —aconseja el doctor—. Debe alimentarse y descansar correctamente, además de tomar las vitaminas prenatales. —Sí, doctor, eso haremos —asiente Julia, quien está sentada a mi
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