Después de que Mercedes terminara de hablar, esperaba ver a Lucía agradecida por su “generosidad”. Sin embargo, lo que recibió fue una risa fría.Lucía respondió: —Señora Gómez, guarde su caridad para alguien más, yo no la necesito. Además, Mateo y yo ya hemos terminado. En el futuro, si nos volvemos a ver, será mejor que nos tratemos como extraños.Antes, por Mateo, Lucía podía soportar a Mercedes incondicionalmente. Mercedes la menospreciaba por su bajo nivel educativo, falta de experiencia en el extranjero, y por no tener carrera ni trabajo después de graduarse. En resumen, la consideraba indigna de su precioso hijo. Antes, Lucía quizás habría intentado agradar a su futura suegra, pero ahora, si ya no quería a Mateo, ¿quién era su madre para ella? ¿Cómo podía soportar que se pavoneara frente a ella?—Por cierto, señora Gómez, un consejo—dijo Lucía.Mercedes la miró confundida.Lucía sonrió ligeramente: —En el futuro, no sea tan cruel con sus palabras, porque... podría que le llega
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