María ConstanzaEstaba despierta desde hace como una hora, era la costumbre por levantarme a preparar la comida, pero como no voy a cocinar voy a hacer ejercicio, Santos que se prepare su desayuno… y si hago el mío y lo dejo velando… ¡Ay, no!, él ayer hizo la cena. Se disculpó y él tenía su verdad, como me dijo la anciana. Mejor desayuno en la calle, vamos a castigarlo por unos días.Me puse el vestido de baño blanco y encima una licra y un top, una cola de caballo y mis tenis. Eran las cuatro de la mañana, hoy sábado no acostumbra a ejercitarse tan temprano, luego nadaré un rato. Me puse, los audífonos, pasé por la piscina mientras buscaba que música poner para ejercitarme y subí al segundo piso e ingresé al gimnasio.Puse el celular sobre la corredora, programé la velocidad para correr un poco, en ese momento me llamó Natalia. ¿Le habrá pasado algo? Era muy temprano.—Perdón que te llame a estas horas de la madrugada. ¿Estabas dormida?—Hola, Naty. Para nada, hago ejercicios.—Al me
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