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Todos los capítulos de Tú me enseñaste: Capítulo 31 - Capítulo 40
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Capítulo 31 - Circunstancias vergonzosas
María ConstanzaEstaba despierta desde hace como una hora, era la costumbre por levantarme a preparar la comida, pero como no voy a cocinar voy a hacer ejercicio, Santos que se prepare su desayuno… y si hago el mío y lo dejo velando… ¡Ay, no!, él ayer hizo la cena. Se disculpó y él tenía su verdad, como me dijo la anciana. Mejor desayuno en la calle, vamos a castigarlo por unos días.Me puse el vestido de baño blanco y encima una licra y un top, una cola de caballo y mis tenis. Eran las cuatro de la mañana, hoy sábado no acostumbra a ejercitarse tan temprano, luego nadaré un rato. Me puse, los audífonos, pasé por la piscina mientras buscaba que música poner para ejercitarme y subí al segundo piso e ingresé al gimnasio.Puse el celular sobre la corredora, programé la velocidad para correr un poco, en ese momento me llamó Natalia. ¿Le habrá pasado algo? Era muy temprano.—Perdón que te llame a estas horas de la madrugada. ¿Estabas dormida?—Hola, Naty. Para nada, hago ejercicios.—Al me
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Capítulo 32 - Los borrachos dicen la verdad
GuillermoDurante todo el viaje, para ser más exacto, durante todo este tiempo había pensado mucho en lo que podía pasar con Natalia. Desde que la volví a ver en los quince de Maco, no la sacaba de mi pensamiento, de haber sabido cómo la trataba ese tipo… jamás habría permitido que le pegaba y la trataba de esa manera, en fin.Esperemos que la relación se dé como debe darse. Pero no iba a desperdiciar la oportunidad, como me dijo el padre Castro. Una vez salí de la cárcel fui a visitarlo, para agradecerle que en mi encierro sacó tiempo para visitarme. Iba a tomar su consejo, este reencuentro fue un aviso del cielo. Santos me esperaba, nos saludamos fraternalmente.—Por fin llegas a Brasil.Subí mis dos maletas en su auto. Natalia se estaba quedando en el apartamento que la empresa me puso a disposición, y eso me tiene con los cojones al borde, no sé cómo será mi vida con ella a mi lado de nuevo.—Casi que no llego.—Me alegra tenerte cerca Guille.—Santos, ¿demos ir a tomar algo, ante
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Capítulo 33 - Su inocencia me domina
SantosLe di un beso en la mejilla después de terminar de abrochar su cinturón, extrañas sensaciones surgieron de no tengo la más mínima idea, pero ganas no me faltaron para sucumbir ante su petición.—Pequeña, mañana, cuando estés libre de alcohol en las venas, pídeme esto mismo y sin dudas te lo concedo.—No te gus… —puse un dedo en sus labios.—Mañana si te acuerdas… No, yo te lo voy a recordar.Su primer beso y el que sea yo quien se lo dé me estaba llamando mucho la atención. Le di un beso en la frente, rodeé el auto y con una estúpida sonrisa extraña en mí, ingresé al carro. Antes de arrancar la observé, se había acomodado de lado y hacía pucheros.» ¿Qué estás haciendo conmigo María Constanza? Ya estoy muy viejo para que el corazón me palpite de tal manera.Una parte de la conversación con Guillermo, de la cual agradezco, se encuentre de nuevo aconsejándome. Él era quien había tenido relaciones serias, las mías, máximo, duraron veinticuatro horas.—Amigo, ahora que estuve encer
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Capítulo 34 - Despertar a su lado
SantosEra pequeña, pero pesaba, y supongo era ese bello trasero que se mandaba, donde solo era carne lo que tenía. Se lo vi muy cerca en la madrugada. Aún sonrió con la cara que puso por el susto al verme en la piscina. Me vi haciendo pericias para ingresar al apartamento porque no quise bajarla de mis brazos.Por fin pude ingresar, y ya nos encontrábamos bajo el amparo de nuestro techo. Estaba completamente dormida, la acosté en su cama, le quité los tacones, encendí el aire acondicionado y la cubrí.—Quédate. —susurró.—Solo hasta que te duermas.Me quité los zapatos, la correa, la dejé en la mesa de noche, los dos celulares, la billetera y me metí debajo de las cobijas con ropa por primera vez en mi vida, en la cama con una mujer. Se acomodó a mi lado, sus piernas me envolvieron.—Eres como mi peluche, —sonreí.Si digo que no estaba asustado era un completo mentiroso, el corazón palpitaba de una manera diferente y a las nuevas sensaciones les tenía mucho miedo. A mí mismo no podía
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Capítulo 35 - Los castigos de la vida
NataliaMe moví en la cama, era más grande y… Mi mano comenzó a palpar un cuerpo, era de hombre… estaba desnudo… ¡Ah no!, tiene bóxer… pero… ¡Está erecto! Lo apreté; deslicé toda la mano por ese largo falo. —Mi mente trajo todos los recuerdos de ayer. Guille llegó, me cargó, lo vomité, entramos los dos al baño, me lavó los dientes y… ¡Miércoles!—¿Ya terminaste de inspeccionarlo? ¿Lo recuerdas?, porque no ha cambiado.Esa bendita voz ronca y sentí un inmenso calor en mi cuello, rostro y cabeza. Sin mirarlo iba a salir, pero…—¡Estoy desnuda!La carcajada de Guillermo fue más notoria, como si fuera una jovencita cubrí mi rostro con las cobijas, mientras él seguía burlándose a mi costa.—No he visto nada que ya no conocía a la perfección, —dijo cerca del oído—. Y tú no has tocado nada diferente de lo que solías tocar. —tenía toda la razón. Pero…—Han pasado años.Me defendí, intentó quitarme la sábana del rostro y fue tarea imposible, me aferré más a ella.—Nena. —Otra vez me llamó nena
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Capítulo 36 - Aclarando puntos
GuillermoNo dejaba de reírme mientras me daba de nuevo un rápido baño, y no podía sacarme del pensamiento lo rico que se sintió cuando inspeccionó mi pene. —Aún existe algo entre nosotros y como dijo Santos, la vida nos puso juntos de nuevo—. Salí de la ducha, me puse un jean, una camiseta, perfume, reloj, pasé el cepillo por mi cabello, sonó el timbre.¿Será Santos? Si era así lo mandaré a freír espárragos, no me iba a dañar el momento de la verdad con Naty. Que se devuelva por donde vino. Al abrir la puerta de la habitación vi que el cuarto de Naty estaba desocupado.El apartamento era grande, amplio y se sintió muy cálido al ingresar anoche, no como en los otros en donde me había acondicionado la multinacional. La única diferencia era que en los anteriores ella no habitaba. Volví a sonreír, la ilusión de nuevo estaba aflorando y no podía detenerla, más bien no quería hacerlo.Llegué a la sala y una pelirroja se me lanzó encima y me besó en los labios. ¡Mierda!, pero ¿está inoportu
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Capítulo 37 - Sensación extraña
NataliaNo tengo idea de cómo interpretar lo que hace más de media hora pasó. Desayunamos en silencio, era cierto que éramos adultos, pero los nervios se sentían como si fuera una adolescente.—Sin duda Maco cocina genial.—Sí, en eso no he avanzado en lo más mínimo.—¿Sigues en modo básico? —dijo en tono burlón.—Pero ya estoy haciendo pinitos con la chef, —volvimos a reír. Nos miramos—. Gracias por todo lo que has hecho por mí. Lamento esos días en la cárcel por mi culpa.No era una belleza como Santos, pero Guille era extremadamente varonil, su cabello castaño oscuro y esos preciosos ojos café oscuro el cual por momentos se veían negros, lo caballeroso que era, ahora se veía más maduro, su cuerpo demostraba el mucho ejercicio realizado y eso lo hacía ver jodidamente sensual, mientras yo me encontraba flácida, lo mío no son los ejercicios.—No fue nada, lo haría una y mil veces.Una sensación de deseo olvidada hace mucho, ahora parecía estar aflorando he instalado en la boca de mi e
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Capítulo 38 - Instalarme en su corazón
María ConstanzaComo una tonta me quedé mirando el espejo mientras recordaba lo delicioso que era besarlo, la manera en como su lengua acariciaba con gentileza y suavidad, para luego tomar de manera decidida mi boca, en las dos ocasiones él comenzaba delineando el contorno de mis labios, y poco a poco aumentaba la presión de manera demandante hasta apoderarse de todo a su paso.No sé cómo iba a hacer con mis padres aquí y cuidándonos de no ser descubiertos, pero de algo si estaba segura y era que no dejaré de besarlo. Sí era así con un beso, ¿cómo será haciendo lo otro? —negué, para alejar esos pensamientos—. Por momentos me hacía pensar que deseaba tener algo más, pero se niega o lucha con él mismo. Natalia tenía razón, él tenía miedo, y yo se la estaba poniendo difícil, debo continuar como iba, buscando la razón por la cual él lanzaba esos comentarios inapropiados. ¿Por qué él tenía tanto miedo? —volví a sonreír—, su deseo de demorarse al darme las clases evaporó el enojo que tenía
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Capítulo 39 - Amenaza
NataliaEra admirable la confianza que Maju le brindaba a su hija sin pasar ese límite de madre. Con la mía jamás podría, para ella el sexo era un tabú, la amo, pero era demasiado tradicional. Aunque apenas le diga que estoy con Guillermo, me va a decir que esta vez sí me case con él.—Con la vieja Mildred no puedo hablar de esa manera. —Le dije a Maju.—Es tonto que, a estas alturas, con una hija mayor de edad me ponga de santa inmaculada. No Naty. Los temas se deben de abordar con la seriedad correspondiente, respetando la voluntad de tus hijos. César habló con los chicos, pero yo era quien compraba los preservativos cada vez que hacíamos el mercado. Decirles no tengan relaciones después de cumplir la mayoría de edad sería una utopía, en este tiempo se debe evitar un embarazo no deseado, antes de tiempo y sin planearlo.—No todos piensan así.—Y por eso hay tantas mujeres adolescentes embarazadas, jóvenes irresponsables y niños sin un hogar correspondiente. Cuando lo único que deben
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Capítulo 40 - Enemigos en el camino
GuillermoSigo sosteniendo a Naty entre mis brazos quien no dejaba de temblar. No demoraba en llegar Santos con César, también le envié a mi padre y a Carlos las fotos de cómo quedó el apartamento. La recámara de Natalia había quedado destruida y la mía intacta, su ropa fue cortada, rasgada, sus maquillajes destruidos, sin duda la advertencia era para ella.Mientras mis maletas seguían llenas, nada de lo mío fue tocado. Naty seguía callada, llorando y temblando, ese hombre la destruyó internamente. No era esa joven fuerte y echada para adelante. César tenía razón, si la amaba debía de ayudarle a que encuentre su seguridad.Tocaron a la puerta, al abrirla, Naty se levantó del sillón donde estábamos y fue hasta los brazos de Maju. Llegaron los tres. Menos mal ellos estaban aquí, Maju siempre se mantuvo en contacto con ella, era su jefa en la casa de reposo que tenía.—Tranquila, estás bien, no te hizo daño.—¿Y Maco? —pregunté.—Se quedó dormida en el apartamento.Santos miraba sin toca
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