—Despertaste —pronunció Damien, su voz profunda resonaba en la penumbra del cuarto después de que se llevaron a Luna. Su figura imponente estaba parcialmente oculta por las sombras, sus ojos brillaban con un matiz salvaje y doloroso. —¿Dónde está Emily? —pregunté, sintiendo un nudo en el estómago. Damien desvió la mirada por unos segundos, sus labios estaban apretados, antes de volver a encontrarse con mis ojos. —Ella murió, tu hermano se la llevó —dijo. —No, ella no puede estar muerta, ella no quería hacerme daño, estaba luchando por controlarse, estaba sufriendo, no… ella… Las palabras salían atropelladas de mi boca mientras retrocedía, con horror y la incredulidad nublando mi mente. Di unos pasos atrás, pero Damien me tomó de la mano, su agarre era firme. Me atrajo hacia él y me abrazó, su calor irradiaba a través de su piel. —Gatita, Arthur está destrozado ahora. Sabía que sufría, podía sentirlo como sentía tantas otras cosas. Tenía que analizarme, controlar mi poder o me
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