María levantó la cabeza, a punto de hablar, cuando Miguel le tomó la mano y, sonriendo, dijo:—Abuela, ¡estamos en eso!Ella quiso soltarse, pero Miguel la sujetaba con fuerza, sin darle oportunidad alguna de liberarse. Ya que él no la dejaba hablar francamente, ella tampoco lo dejaría quedar bien.—Abuela, últimamente estoy buscando trabajo, así que lo de tener hijos tendrá que esperar un poco —dijo María, mirando a Rafaela.Al decir esto, la sala quedó en absoluto silencio. Miguel apretó su mano con más fuerza, mientras su rostro se ensombrecía. María frunció el ceño al sentir el dolor en su muñeca.Antonio observó por un segundo la mano de Miguel, con las venas hinchadas, apretando la de María, y luego desvió la mirada con indiferencia.Carmen López, la tía de Miguel, se rio con indiferencia:—María, no me tomes a mal, pero llevan varios años casados. ¿Cómo se ve que aún no tengan hijos? Además, si no fuera porque Miguel insistió demasiado en casarse contigo, ¿acaso crees que con tu
Leer más