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Todos los capítulos de Una novia inesperada: Capítulo 51 - Capítulo 60
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|Capítulo cincuenta y uno|
—¡Ayúdame! —no quería parecer desesperada, pero luego de lo que habían hecho contra Ariel, fue cuando Marco hizo entrar en razón a su esposa, haciéndola ver que… habían perdido. Que desde el momento en el que agredieron a Ariel, eliminaron todas las posibilidades de que Alejandro regresara a casa y, peor aún, le habían declarado abiertamente la guerra a su esposa, por lo que era casi imposible que, a pesar de la fingida condición de su madre, Alejandro regresara a casa. Alessia temía que las cosas estuvieran arruinadas de forma irrevocable. Alejandro nunca se había comportado de aquella manera con ellas dos, y su madre les exigía que llegaran a una tregua con su hermano o… cosas malas podrían suceder si Ariel tomaba el control total de Alejandro. Marco las culpaba porque ya el plan estaba destinado al fracaso. El impulso de ellas dos había arruinado casi todo, desatando la ira de Alejandro Fendi. —¿No lo entiendes, Alessia? ¡No estoy de tu lado! —¡Para ti no tiene que haber un lad
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|Capítulo cincuenta y dos|
Tocó a su puerta y mientras ella se decidía en salir, Alejandro caminaba de un lado a otro, esperando por Ariel.Las palabras de su amigo lo habían dejado pensando mucho si Ariel se negaba, ¿qué haría él? Decía que no la obligaría a nada, pero ¿hasta qué punto era eso cierto? ¿Hasta qué punto él iría al ritmo que marcara ella? No era una tarea fácil y necesitaba de toda su paciencia para no ser el mismo ogro de antes y hasta el momento había logrado controlarse, aún cuando ella huyó con otro hombre en medio de su cumpleaños, o cuando no quiso regresar a casa.Intentó comprenderla, ponerse en su lugar.Dentro, Ariel buscaba sus pantuflas, pues ya estaba en la cama.Cuando abrió la puerta, lo observó ir de un lado a otro.—Vamos al salón, hay que hablar sobre algo.— Él se condujo allí, siguiéndolo Ariel en silencio. —¿Cómo te sientes?— Ella estaba sentada en el sofá y Alejandro en la butaca, la acercó a ella, para estar más cerca durante la charla.—Estaba por dormir. ¿Qué ocurre?—Como
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|Capítulo cincuenta y tres|
Condujo de regreso a casa media hora antes de lo acordado, ya que también tenía que hacer su maleta.Se había sentido un poco acorralado cuando Ariel se negó en más de una ocasión a irse con él a casa de su madre.Por una parte la entendía, pero también rechazaba su actitud ante algo que él le estaba pidiendo.Se preguntaba, ¿será siempre así? ¿Tendría que ceder él o someterla a ella?Sin duda alguna, había sido difícil para él, porque le había estado demostrando a Ariel que estaba cambiando, pero aquella noche no fue eso lo que le demostró.Tuvo que…obligarla.Quería estar con su madre el tiempo que ella estuviera delicada de salud y dejar a Ariel en casa no era una opción.¿No podía ella entender que él la necesitaba cerca?¿No podía él expresar que él la necesitaba cerca?Aparcó y sacó la llave de casa de su bolsillo, encontrando la puerta sin seguro.—Estoy en casa.— Anunció nada más entrar. Habían pasado los días desde que Ariel se sentía mejor, luego de lo ocurrido en el hospita
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|Capítulo cincuenta y cuatro|
Había una fina capa de sudor en su frente, luego de caminar unos minutos hacia la playa, cuando el taxi la dejó en el hotel y ella dejó sus cosas.Miró el agua y solo le dieron ganas de entrar.Las olas lamían la arena, dejando húmedo todo a su paso.En su mano izquierda tenía el celular que recién se había comprado, ya tenía tres números grabados en él.El de Berenice, Julia…y Dante.Primero llamó a Julia.Con sus pies descalzos se aproximó a la orilla.—Soy Ariel.—¡Ariel! ¿Estás bien?— preguntó con preocupación. —Hace nada Alejandro me llamó para saber si yo sabía dónde estabas. Dice que huiste de casa.—No huí, solo me marché. Cree que soy un objeto y me llevará a donde sea que le de la gana. ¿Soy un objeto? ¿Es lo que cree que soy? No le importa lo que yo quiera y está muy claro que tampoco vela por mi bien. Quería obligarme a regresar a casa de su madre, con las víboras de sus hermanas, quienes solo hace unos días me golpearon. ¿Cómo cree que voy a regresar allí?—¿Qué tan difíc
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Capítulo cincuenta y cinco|
—¿Por qué solicitas que nos veamos a través de amenazas?— Preguntó, conteniendo el enojo, la ira y…ciertas cosas hacia Annie, quien no dejaba de molestar, solo eso, molestar. —¿No te bastó con arruinar mi perfecto plan? ¿Ahora también quieres arruinar mi matrimonio?— Tomó asiento despacio.—¿Qué dices? Solo quiero tu bienestar, Marco. Y recordarte algunas cosas, que puede que ya hayas olvidad, no sé ni porqué. Llegaste a esta familia, enamorado de mí, luego Alejandro se interpuso y al final regresaste por Alessia. ¿Crees que no veo lo que haces?—Según tú, ¿qué es lo que hago?— cruzó sus manos sobre la mesa.—Pudiste convencerme por el odio que le tenías a Alejandro al habernos separado, pero solo tenías que esperar un poco más de tiempo y luego hubiéramos podido estar juntos, en cambio, solo fingiste interés por mi hermana, le brindaste un poco de tu atención y algo de la carne que tienes entre tus piernas, con eso bastó, tampoco es que tengas mucho más. Me uní a ti, a pesar de que e
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|Capítulo cincuenta y seis|
—¡¿Cómo puede brillar?!— Exclamó al ver el secreto que escondía el vampiro. —¡Ariel! Es absurdo, tiene que ser como Owen.—¿Como Owen? ¡¿Quién es Owen?! ¡Este es Edward! ¿Qué tiene de malo que brille?—Ariel, los vampiros tienen que quemarse en el sol, así ha sido siempre. Pueden tener otras cosas, como controlar a las lobas, tener un hechizo de sangre que lo hace uno de los seres más poderosos, incluso poseer el control al tomar la sangre de otras criaturas, pero ¡¿brillar?!—¡¡Sssh!! ¡Déjame seguir viendo!— Lo empujó hacia el sofá y luego recostó su cabeza en su pecho, tomó un puñado de palomitas y lo metió en la boca de él, para que guardara silencio, ya que llevaba toda la película soltando críticas, diciendo lo absurdo que era.Cuando terminó, Alejandro lo agradeció, mientras Ariel quedó encantada.—Admito que los libros son con más detalles, pero verlo en la pantalla también es maravilloso.—¡¿No me digas que esto tiene libros?!—Y ya me los leí todos.—Espero no haber sido quien
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|Capítulo cincuenta y siete|
Miró las hermosas flores que acababan de llegar para ella y las olió, sintiendo un agradable cosquilleo en el estómago.¿Qué era esa emoción que la visitaba? ¿Qué era esa repentina alegría por unas flores que acababan de llegar?—Hay una nota.— Observó Berenice. —¡Léela!— Le gustaba la expresión que tenía Ariel desde que llegaron las flores, era una combinación de asombro y alegría.—¿Quieres ir…esta noche…al cine…conmigo?— Leyó ella. —¿Es…una…cita? ¡Me está invitando a una cita, Berenice! ¡¿Esto cuenta como cita?!—Creo que sí, claro, ¿por qué no? Claramente es una invitación, eso lo convierte en una cita. Tu celular está sonando, contesta, puede ser él.Ariel tomó su móvil de la repisa, aún no estaba acostumbrada al sonido o a hablar por él.—¿Hola?—¿Te llegaron las flores?—Casi no caben en mis manos, son hermosas, huelen agradables y me encantan. Muchas gracias. No sabía que unas flores podían hacerme sonreír tanto.—Ariel, como me alegro que te hayan gustado, me hubiera gustado
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|Capítulo cincuenta y ocho|
Alejandro bajó su mano sin la esponja, tal como su esposa le ordenó, los labios de Ariel se separaron al sentir aquel toque en su vagina.—A…Ale.— Tomó aire por la boca, echó su cabeza hacia atrás y se permitió cerrar los ojos. —Alejandro.«Se siente extraño, solo me está tocando allí, pero las sensaciones recorren todo mi cuerpo.» Pensó ella.Sentía algo a lo que recientemente Ariel le daba un significado, era excitación, deseo, placer; conocía la palabra, la descripción, pero hasta ahora la había sentido tan latente en su cuerpo.Deseaba a su esposo, pero era un deseo fuerte y enorme que se apoderaba de ella.Metió sus manos debajo del agua y aferró la mano de Alejandro que acariciaba su parte íntima, haciéndolo quedarse quieto, sujetándolo con fuerza entre sus finos y delgados dedos.—¿Quieres que pare?— Le preguntó despacio.—No, no es eso, es que….quiero más.— Sonrojada, evitaba mirarlo.Alejandro sacó su mano y comenzó a desnudarse, haciendo que el rostro de Ariel enrojeciera po
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|Capítulo cincuenta y nueve|
Apagó las luces de la habitación y se metió a la cama sin dirigirle la palabra a su esposo. Aún no le comentaba nada sobre el hecho de que él tenía una amante.Pero Marco sabía que algo pasaba, más dudaba de que Alessia tuviera los detalles.Se metió a la cama junto a ella y quiso abrazarla, pero Alessia le dio la espalda. Las manos de él se deslizaron, tocando su cintura y ella comenzó a llorar, se abrazó a la almohada y le pidió que la soltara.—Háblame, por favor.— No le gustaba verla así. —Al menos dime algo. Siento que me torturas, Alessia. Incluso evitas hablarme, tanto aquí como en el trabajo. Necesito saber qué hice para poder solucionarlo. No llores, mi amor. No llores, mejor háblame, cuéntame. Platícalo conmigo.—¿Me amas?— Preguntó en voz baja.—Alessia, te amo.—Siento que tus palabras son una mentira, que todo esto lo es. Me atormentan los pensamientos, creyendo que cada cosa ha sido una falsa, Marco. ¿Sabes? Yo envejezco primero, porque obviamente soy mayor que tú. Te mi
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|Capítulo sesenta|
Después de varias semanas, luego de casi un mes y medio fue cuando todo estuvo listo, y eso que Alejandro estaba metiendo prisa en todo, ambos ansiosos porque ya se inaugurara y diera apertura.Aquella noche fue la última revisión de todo, supervisando que estuviera todo listo para mañana. Y aunque Alejandro le insistía a Ariel que le dejara ese trabajo a los demás, ¡era la apertura! Y ella quería participar en todo.—Ariel.— Le hizo el último llamado, viéndola desde fuera de la cocina con aquel mandil y ese vestido debajo, todo su cabello recogido y una hermosa sonrisa en su rostro. —Tengo sueño.— Dijo como último recurso.Ariel corrió hasta él ante las palabras que dijo su esposo.—No puedes tener sueño ni estar cansado, tienes algo que hacer esta noche.— Susurró en su oído, haciendo que Alejandro se pusiera de pie y la tomara, dejándola sobre su hombro. —¡Ale! ¡¿Qué haces?! ¡Aún no termino!—¡Chicos! ¡Me llevo a mi esposa! ¡Nos vemos en la mañana!—¡Alejandro, bájame! ¡Me queda alg
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