No podía controlar más mi deseo.Podríamos hablar sobre Jenny después, pero lo de ir al acantilado tendría que ser otro día. Me acerqué a Sylvester en la cama, me senté encima de él con las piernas abiertas y desabotoné mi blusa. "Tienes que terminar el cuento, cariño. El lobo quiere devorar a la Caperucita Roja, y a diferencia de ella, yo si estoy dispuesta a ser bien comida por mi lobo..." le dije, y él tocó suavemente mis tetas, llevándolas a su boca. Chupó mis pezones despacio, lamiéndolos en espiral.Estaban sensibles y duros, y gemí de placer. ¡Quería más!, algo en mí lo deseaba tanto, que lo necesitaba para satisfacer esa necesidad."Te voy a comer entonces hasta que me supliques que pare." gruñó, dándome la vuelta en la cama.Besó mi cuello, mordió mis orejas y chupó el lóbulo de ellas, soplando suavemente sobre este. Se me puso la piel de gallina, y mi cosita se contrajo de forma violenta."Oh ¡sii!, Sylvester, que rico, cariño" le rogué.Mi cuerpo lo deseaba, deseaba su piel
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