Todos los capítulos de LAS GEMELAS SECRETAS DE LA ESPOSA DIVORCIADA: Capítulo 11 - Capítulo 20
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11. Una desesperada pasión
Maylene quiere vomitar. Empieza a dolerle la cabeza, tanto, que necesita sostenerse de la pared. Necesita vomitar. Necesita tomar aire antes de que alguien note lo mismo que ella y resulte en una catástrofe. Necesita salir de aquí.Maylene tira de la puerta de la salida para armarse de valor, huyendo de ésta pesadilla a donde tiene que despertar.¿Es real? ¿Qué cosa es real ahora?No es nada, ni nadie.Conforme baja las escaleras no trae nada en sus manos salvo el temblor. Un susto inexplicable, una anomalía en su respiración donde le cuesta mantener su mente en el camino. La puerta de salida da a la misma recepción atestada de gente, y gira el rostro para tomar la otra entrada del edificio sin desear que nadie la vea.Empuja con fuerza la puerta de vidrio y toma aire con vigor mientras sus manos tratan de ayudarla a tomar aire. Sale a la calle contraria donde se divisa a la gente caminando con normalidad al igual que los carros lo hacen al conducir.—¿Qué está pasando? ¿Estoy loc
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12. Dentro de sus cabales
¿Qué se supone que está haciendo ahora que sus labios se mueven al compás de su ex-esposo? Un calor abrasador sube por su cuerpo ante la furia del beso, quemando y despedazándose entre ambos. Un beso mortal que arroja recuerdos del pasado para hacerle daño. Y aún así no puede apartarse porque reconoce esos labios con sabor a fuego, reconoce ese sentimiento que le produce el tan sólo tocar a Declan y que éste se apodere de ella como muchas veces en el pasado.De pronto el beso la debilita, y la lleva a la tentación. Sigue enojada, pero no tiene nada que ver sus besos cuando se trata de Declan Morgan; nada de él es suave o tierno. Es rudo, provocando sensaciones de cosquilleos en la parte baja de su vientre. Declan la empuja más hacia la pared del callejón dejándola sin aire, tanto por el agarre como por el beso bestial. Su cintura es prisionera por las manos de Declan que la aprietan mucho más hacia él, dejándola sin escape.Maylene se deja llevar por el beso que la atonta un momento,
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13. Sosténme
No hay lugar donde Maylene pueda meter la cabeza. Sin palabras, se da cuenta que por muy alto que sea Carl, Declan lo sobrepasa con creces, y mientras lo siente detrás de su espalda, sensaciones de cosquilleo rozan su espina dorsal bajando hasta muslos.Una confrontación que ha durado años y que se volvió difícil de contener. No estaba en sus planes que Declan apareciera de ésta forma. Incluso creyó que ya estaba lo bastante lejos de aquí porque sus esperanzas de que al menos tuviera la decencia de escucharla se esfumaron tal cual lo hicieron aquella vez lo vio por última vez luego de su divorcio.No.Declan está aquí, junto a ella. Toma su cintura, la aprieta hacia él y rodea la muñeca de Carl apartándola de un tirón lejos de su codo. Rodea, dejándola sin habla, su cintura con una sola mano.—¿Qué carajos? —Carl comienza observando con los ojos furtivos los ojos de la fiera que tiene detrás de ella. Sus orejas están rojas, claramente enojado—, ¿Qué mierda haces aquí? ¡Suelta a Maylen
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14. Hermosas rapunzeles
El camino es silencioso en todo el trayecto. El interior de la camioneta tiene el olor a Declan: una fragancia masculina fuerte, pero que no pica, sino que hechiza y la envuelve. Si hubiese sabido que terminaría en su auto y en sus brazos en una sola noche lo más probable es que tuviera una conversación seria consigo misma, ¿acaso perdió la cabeza? Lo más probable es que así sea. Declan maneja en silencio. Y Maylene, abrazándose a sí misma, siente la horrible tensión entre ambos. Ni una palabra, o una mirada, pero si alguno se atreve a decir algo…este carro explotará; con ellos adentro. Es mejor mantener la distancia. Esas palabras de Declan no sabe como interpretarlas, ¿No se supone que la odia? ¿O es que es muy orgulloso para decir lo contrario? No existe hombre más orgulloso en la tierra que su exmarido, pero la única persona que lo sobrepasa en orgullo es ella misma. Debe estar loca cuando quiso más de éste hombre cuando destruía su boca. Lo mira de reojo, y lo que observa es u
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15. Cuidado por donde caminas
—Dios mío —expresa Maylene anonadada y se gira hacia su hermana—, ¡Explícate, Sam! ¿Cómo que vienen hacia acá a arrestarme? ¿Esa mujer está loca? ¿Cómo me conseguiste? —También estuve en esa fiesta pero está bastante claro que no me viste —Sam observa a su excuñado no más que con aversión—, y hay varias cosas de las que debemos hablar. —¿Hablar? ¿Ahora? Muy tarde, Sam. Demasiado tarde —Maylene retrocede con sus pequeñas hacia el departamento, rápidamente. En la gran sala de estar del departamento, Claire sale con un mantel de cocina llevando un sartén en mano. —Sólo me gire un segundo y las niñas ya no estaban en el mueble —Claire expresa preocupada—, pero Gracias a Dios ya estás aquí, Maylene…¿Qué estás haciendo? —Claire pregunta instantáneamente cuando observa a Maylene tomando los abrigos de sus niñas. Está a punto de hablar pero la impresión repentina la silencia. Declan Morgan aparece en el umbral. Su imponente figura se alza ante los ojos pasmados de Claire para dejarla sin
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16. Rivalidad
De ojos más oscuros, y de cabello corto, Kieran tiene las mismas facciones que su hermano, pero es inevitable que no vea una mirada que por más que fuese idéntica a la Declan, esté bañada en turbiedad. Con él empezó todo el infierno, con él su matrimonio se volvió un caos sin retorno, fue por él que Declan comenzó a odiarla.Algo le dice que la intención de la persona que hizo que se separa de Declan estaba buscando precisamente la ventaja en Kieran.Ésta hombre siempre tuvo el descaro de insinuar cínicamente lo tanto que le gustaba la esposa de su propio hermano.Aunque no lo hacía siempre en presencia de Declan, una vez estando a solas con Kieran eran múltiples veces que conseguía la mirada sobre su cuerpo, las sonrisas, los favores, los toques en sus manos. Maylene no podía estar en la misma habitación que Kieran sin sentirse incomoda. ¿Cómo podía ser tan impúdico al desear a la esposa de su hermano?Declan no sospechaba al principio: para su esposo, Kieran era un modelo a seguir,
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17. Confrontación interminable
La mirada de Maylene refleja una mezcla de asombro y petrificación. Su boca es incapaz de articular palabra alguna. Sus manos que antes estaban en su rostro paralizado, ahora descansan inmóviles a sus costados. Su rostro pinta una expresión de incredulidad, como si no pudiera creer lo que sus oídos acababan de captar.¿Qué? ¿Qué es lo que escuchó?¿Acaso Declan está…? ¿Qué está pasando?Pero a la misma oportunidad que tiene de entrometerse dentro de sus propios pensamientos el mundo se alinea de nuevo con los hermanos Morgan en su confrontación, sacándola del pasmo cuando Kieran ruge gravemente enojado.—¿¡No aceptas que te fueron infiel, idiota?! ¡Acepta que tu mujer se acostó con otro y déjanos en paz! ¿O no te acuerdas que también la viste? ¿También te volviste loco como ella que dice que nunca estuvo ahí? Es producto de su arrepentimiento y tú también estás a la par que ella. Maylene te engañó —Kieran alza el pecho tomando aire para seguir hablando mientras Declan sigue apretándol
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18. En un callejón sin salida
Sintiendo la primera desesperación cuando abre los ojos y lo único que ve es un gran espejo dentro de un cuarto, Maylene, desesperada y sin acostumbrarse alrededor, busca por todas partes a sus hijas.¿Dónde está? ¿Dónde están sus hijas?¿Qué fue lo que sucedió? ¡¿Qué fue lo que pasó?!Lo único que trajo su regreso a Londres fue la desgracia. Pero ninguna se compara con la de tener a sus hijas lejos.Maylene se levanta de la cama. No es un sitio oscuro o una especie de mazmorra. Es un cuarto lujoso donde guinda un candelabro. Con persianas rojas en la ventana a su izquierda…un piso de alfombra del mismo color.Su atención cae en la puerta. Exasperada, corre hacia la puerta para abrirla. Está encerrada, y con los puños intenta abatirla incluyendo patadas que hacen un estruendo gigante.—¿¡Dónde están mis hijas!? ¡Denme a mis hijas! ¡Saquénme de aquí!—grita con la desesperación de tener a sus hijas lejos. No puede pensar con lucidez debido a que su mente está nublada del temor, ese lati
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19. Súplica
La sensación desigual quiebra por un instante cómo mantenerse en la balanza de la vida y la muerte.Su hombro arde, o al menos donde cree que viene el dolor. De pronto el ardor se marcha y la nueva emoción es tan arrasadora que lo saca de donde quiera que está y el dolor arrasa su mente. Lentamente, se van acercando las voces y los gritos que nacen desde la euforia a la cual no pertenece, al menos, todavía no. No hasta que sus ojos se abren lánguidamente sintiendo la presión en lo que es la parte de su pectoral derecho y clavícula.Hay varias personas borrosas en su visión, pero la melena fuego a donde para su vista es lo único que puede reconocer dentro de ésta debilidad que acarrea su mente.Incluso cuando, gradualmente, comienzan a llegar los recuerdos, la presión en la herida, el azote rígido que lo pone en la cuerda floja como es la inconciencia a donde está a nada de volver a caer, su mente se nubla en el último pensamiento que tuvo antes de que la bala hubiese hecho su efecto.
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20. Cuando las ratas salen de sus escondites
En una batalla contra el tiempo Maylene divisa los ojos peculiares de Shannon para perder los estribos, y sobre todo, debido al sonido que viene desde el otro lado del salón para torturarla: el llanto de sus bebés.—¡Voy a matarte! —grita Maylene con lágrimas en los ojos—, ¿¡Qué le están haciendo a mis hijas?! ¡Voy a matarte!—Tus nenas están bien: están con una mucama, descuida. Las verás dentro de poco —Shannon rodea el escritorio otra vez y toma asiento. Cuando está arreglada hace un movimiento con la mano para que acerque, pero Maylene no lo hace.Dentro de poco, Maylene siente en su cintura un ligero empujón que la sobresalta. Se remueve de inmediato, eufóric.—¡Quítame las manos de encima! —lanza arañazos a la mano de Kieran sobre su cintura—, traidor hijo de perra.—Esa boca no está en condición de lanzar penurias —Kieran toma su mandíbula acorralándola para que se detenga—, no me hagas hacer algo que no quiero.—Eres un desgraciado —escupe Maylene—, ya veo porque tu familia te
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